Cuenta el mito que Ícaro vuela tan cerca del sol que al hacerlo se le derriten sus grandes alas pegadas con cera. Cae en picado, pero el dolor se amortigua al contacto con el mundo encantado de «Varekai». «El montaje es una alegoría basada en un bosque mágico, en el que cada uno de nosotros representamos un personaje diferente», cuenta el malabarista Octavio Alegría.

«Es una historia de amor, hay peligro, ilusión y nosotros le tenemos que decir a Ícaro que puede retomar su vuelo sin las alas y que tiene la suerte de caer en "Varekai", que está lleno de personajes mágicos que hacen cosas increíbles», explica el artista.

Alegría, quinta generación de una familia circense, llegó al espectáculo «de casualidad», «como todas las cosas importantes de la vida», dice. «Yo trabajaba en un show en Las Vegas cuando me propusieron la idea de participar en "Varekai", después de 10 años sin producir nada, buscaban un número rápido y de habilidad», asegura Octavio.

La compañía canadiense contó con él desde el inicio de su nueva creación, y Alegría no defraudó sus expectativas. «Yo realizo el mismo acto, pero representado con diferente caracterización. Cuando llegas al Circo del Sol tienes que cambiar el modo de actuar, el vestuario y la música e integrarlo a la historia, al entorno, al concepto del show», argumenta el artista.

Su número de juegos malabares cuenta con la colaboración de tres niños chinos, que ayudan a Alegría a acarretar sus materiales de trabajo mientras se mueven al ritmo de la música. Para los pequeños, «Varekai» es su primer pinito en el mundo del arte, como muchos de los niños que se mueven en el entorno del Circo.

Octavio también tiene dos hijas que viajan junto a él, Valentina, de 5 años, y Vivian, de 3. A las dos «les encanta el circo». «Nacieron viendo "Varekai", se lo saben de memoria y tienen sus actos favoritos», cuenta el padre de las pequeñas. La esposa de Alegría también forma parte del mundo del circo, es trapecista, aunque se ha retirado desde el nacimiento de Valentina. «Resultó difícil combinarlo, en un circo tradicional es más sencillo porque nos movemos con nuestra propia caravana, pero el Circo del Sol es más del cien por cien profesional», explica el malabarista.

En la compañía canadiense los niños están acompañados por cuatro profesores que viajan con el circo, a cargo del Gobierno de Canadá. «Valentina empezará el próximo año las clases, que tienen un horario normal, al igual que las escuelas ordinarias», relata su padre. Para aquellos que quieren también existe la posibilidad de entrenarse y formarse en las diferentes disciplinas artísticas. «Todos los que quieren pueden practicar con los artistas en áreas de entrenamiento, pero dentro de los horarios marcados».

Y es que si por algo se caracteriza el Circo del Sol es por su disciplina en el trabajo. «Los niños tienen su lugar, no pueden estar correteando por la carpa, ante todo se debe tener un respeto máximo por el resto de los compañeros», dice.

A la hora de alojarse, Alegría reconoce que las condiciones que ofrece el Circo del Sol son «realmente buenas». «Cada uno en función de su estatus, es decir, del tiempo que lleve en la compañía, tiene su propio departamento. Cuando yo llego a la ciudad ya tengo asignado mi departamento con las maletas y los pediatras para mis hijas», explica el artista.

Pero, ¿qué tiene el circo que engancha a quien lo prueba? «Para una persona que nació en esto es muy difícil desligarse no sólo del circo, sino de todas las artes. Incluso personas que no nacieron en el circo -la mayoría de las personas que trabajan aquí, en el Circo del Sol, son gimnastas- se integran a la vida del día a día, la magia de un circo tiene algo que te lleva, conoces gente, lugares, aprendes diferentes culturas, idiomas, te relacionas, te abre muchas puertas en el aspecto humano y te enseña a crecer como persona», puntualiza el artista, que seguirá diciéndole a Ícaro que pierda el miedo a volar.

Eiko Ishioka y los trajes

El vestuario está diseñado por la japonesa Eiko Ishioka, que se ha consolidado como una interesante diseñadora de producciones cinematográficas. Entre otras películas ha creado los trajes para «Drácula» de Coppola. Su carrera empieza después de graduarse en la Universidad Nacional de Bellas Artes y Música.

Un mundo con cien artistas regidos con orden, disciplina y una magia «de la que es difícil desligarse»

La compañía viaja con 71 camiones, que transportan 1.000 toneladas de equipo. Para realizar el montaje completo del recinto se requieren ocho días. Unas 175 personas viajan con el show, este equipo incluye a 56 artistas, dos fisioterapeutas, tres maestros, técnicos y personal de oficina.

Gijón, M. I

Los que lo han probado repiten. La magia del Circo del Sol atrapa en sus redes, de trapecistas y malabaristas, a aquéllos que se arriesgan a atravesar la carpa. «El Circo del Sol es muy diferente al circo tradicional porque en el tradicional la pista se llama suelo, tiene serrín y hay animales», explica Octavio Alegría.

Mientras, el Circo del Sol «es otro tipo de espectáculo». «El Circo del Sol no es un circo, es una gran producción con actos integrados de circo. Obviamente, si no existiera el tradicional no existiría el Circo del Sol», añade el artista mexicano, quien asegura que con «los años la compañía fue evolucionando artísticamente, poniendo más puestas en escena, más coreografías».

«Con el tiempo la compañía ha crecido y tiene dinero para invertir en producciones más costosas. El Circo del Sol, al igual que el tradicional, también tiene su encanto. Es adaptarte a la nueva propuesta», añade.

Octavio viaja con el Circo del Sol todo el año, excepto dos semanas de vacaciones, tiempo en el que aprovecha para trabajar con su familia en el circo mexicano Alegría Hermanos. «Mi lugar de residencia es Las Vegas, desde que nací siempre he tenido casa, pero nunca hemos estado en ella, siempre hemos estado viajando. El lugar de residencia es una falacia, pero sí tengo adónde llegar», cuenta el malabarista.

«El circo tradicional nunca va a morir, si se muere el circo tradicional se mueren muchas cosas con él. Las piruetas siempre van a ser las mismas y los saltos mortales también, el circo ya está inventado, esto simplemente es una nueva evolución y ha reinventado el espectáculo del circo, ha ayudado mucho al circo tradicional, que sigue vivo con más fuerza, más auge», asegura Alegría.

El malabarista ama los dos mundos, de los que nunca podría prescindir porque «hay que aprender a quedarse con lo mejor de cada uno».