No me extraña que las encuestas digan que los asturianos preferimos comer a hacer el amor, y es que a los del Norte Cupido nos esquiva. Lo digo porque al no tener ni verano ni olas de calor estamos obligados a perdernos esa sensación que descubrimos viendo el idilio de Pancho y Bea en verano azul. Los ligues veraniegos siempre existieron, pero hasta que no consigamos poner de moda los de entretiempo, la llevamos negra. Ayer vi a uno apoyado cinco horas en la barandilla de San Lorenzo esperando la subida de la temperatura. Acabó comiendo pipas.