Oviedo, Santiago CID

«Un espectáculo para el mundo anglosajón, demasiado cerrado». Así califica Lluis Xabel Álvarez, catedrático de Estética y Teoría de las Artes de la Universidad de Oviedo, las ceremonias de apertura y clausura de los Juegos Olímpicos de Londres 2012, si bien considera que el resultado final de ambas fue magnífico y muy divertido, en declaraciones a LA NUEVA ESPAÑA.

Los medios internacionales y las redes sociales elogiaron el espectáculo ofrecido por la capital británica. Sin embargo, Lluis Xabel Álvarez cree que no es oro todo lo que reluce. «Hay una tendencia a decir que la última ceremonia siempre es la mejor, pero hay que matizar mucho», asegura el catedrático, quien considera que las dos galas tuvieron «bastantes fallos» puesto que «estaban hechas con un punto de vista interno y doméstico para lo que es la Gran Bretaña actual». El profesor asegura que las dos ceremonias fueron «un espectáculo para el mundo anglosajón». Lluis Xabel Álvarez cree que hubo demasiados niveles a los que se quiso acudir, que luego no fueron conducibles a una unidad. «El desarrollo del espectáculo no es que estuviese mal, pero estamos afinando en el sentido de que no logra la necesaria unidad», matiza. «Cuando se mezclan tantos niveles y se pone el modelo británico como el idéntico al universal, esto chirría. Hubo una tendencia hacia la cursilería», apostilla.

A pesar de todo ello, el catedrático cree que el resultado final fue «espectacular y divertido». Destaca la actuación estelar de Mr. Bean y la caída de la reina en paracaídas de la ceremonia inaugural. «Es verdad que estuvo bien el humor inglés. Fue una especificidad que otros no pueden hacerla», asegura. También elogia el suspense que se creó con la elevación del pebetero, aunque cree que fue algo un poco «complejo», desde el punto de vista de la simplicidad y la unidad.

En cuanto a la recreación de la ciudad de Londres en una espectacular maqueta diseñada a la medida del estadio olímpico que se pudo ver en la ceremonia de clausura, indica que «ver a los británicos tan patrióticos es un poco shocking».

Asimismo, cree que las ceremonias tanto de Pekín como de Barcelona fueron más universales que la de Londres. «Cuando la gente alude a cosas que han tomado de Barcelona dicen bien, pues la Ciudad Condal, desde el punto de vista de la coherencia de la ceremonia como obra de arte, fue superior», sentencia.

El catedrático de Estética también se muestra crítico con el Gobierno británico: «No se están portando bien con nosotros en esta crisis. El propio Gobierno confiesa que quiere que Londres sea la gran "city" de la economía mundial y de ahí salen muchos de los males que nos llegan ahora», concluye.

«El desarrollo del espectáculo no estuvo mal, pero no logra la necesaria unidad»