A Metrópoli acuden personas de todas las edades y en tropel. Pero sobre todo los jóvenes. Adolescentes y veinteañeros cargados de ilusión y con más ganas que pereza burlan un sol gijonés que invita a refugiarse en las sombras. El bajo precio de la entrada ayuda, pero lo esencial es la pasión que los participantes ponen en cada visita. Naomi Elez tiene 18 años, viene de Oviedo y lleva desde las doce por los alrededores del recinto ferial, esperando ser de las primeras en entrar. Con su compañera de clase, María Muñoz, buscan pasar un buen rato rodeadas de los símbolos de las series que más les gustan.

El festival, que cumple este verano su segunda edición, terminará este fin de semana con colas a las puertas y notable éxito de público. "Este año hemos superado las cifras del pasado, a la gente le gusta más" comenta Iker González, uno de los directores del festival, "quizá sea por la estética". Este año han acertado en su apuesta por los "food tracks", vehículos de diseño que ofrecen comida sobre ruedas.

Pero además de hamburgesas, video juegos y "cosplayers" también hay música. Ana María Puerta y su marido Alfredo Lorenzo, ambos gijoneses, también disfrutaron de los conciertos que ocupan el escenario principal cada noche. "Vinimos el martes a ver a Rosendo, por un euro y pico ni nos lo pensamos", comenta ella. Su hija, María Lorenzo, tampoco desaprovechó la oportunidad. Junto a su grupo de amigas, de 21 años, no dudaron en darse una vuelta y cenar en los puestos.

Sin embargo, Enrique Cuyás y Pablo Villaverde, dos jóvenes de Langreo, de lo que más disfrutan es del concurso de bandas. "Está muy bien montado" aseguran. Rut Morace y Daniel Quintero, ovetenses, tampoco lo dudan, y comentan sonriendo el buen ambiente que se respira en el recinto. Para otros, el coche de "Regreso al futuro" es lo más espectacular, como para Adrián Morán, que es de los primeros en llegar, evitando así competir con otros por una foto al lado del vehículo cinematográfico.

Metrópoli atrae a muchos asturianos de fuera de Gijón, pero no son los únicos. Rubén Fernández, José Luis Cañedo e Igor Moreno vienen desde Santander. Son tres empresarios del sector hostelero que no dudan en pasar uno de sus pocos días libres en este festival. Es su primera vez pero no se les han olvidado las ganas en casa.

Entre la gente, como un visitante más, Nacho Carballo, director del Festival Internacional de Cine de Gijón, saca fotos por la sala de Star Wars. "Metrópoli me parece un evento multicultural importantísimo para la ciudad, que además ayuda a desmitificar el frikismo como algo negativo. Ser friki es algo bueno, se trata de alguien con una pasión. Yo, por ejemplo, soy un friki del cine", asegura.

Los pabellones llenos de figuras, camisetas, colgantes, tazas y otros objetos son también foco de atención. Todos están relacionados con los juegos y las series más conocidas. Pueden encontrarse clásicos como Superman, Star Wars o Los Simpson, pero también los últimos de moda, como The Big Band Theory o las pixeladas espadas del Minecraft.

Hay un puesto que no deja a nadie indiferente. Algunos zombies, que serán los protagonistas esta noche, pueden alquilarse. "Podemos pasear un rato con ellos a cambio de donar 5 euros a una ONG", cuenta emocionada Paula Haya, de 16 años. Ella y las amigas que ha hecho en el estival, Beatriz González y María Cristóbal, los alquilaron ayer por la tarde. "Son adorables, los voy a echar de menos" comenta con pena esta última. Pero no todos son tan valientes, algunos de los más pequeños escapan asustados de las garras de estos muertos vivientes de pega.

No faltan tampoco los "cosplayers", jóvenes disfrazados que interpretan al máximo su papel. Incluso uno de ellos pide que, mientras lleve su disfraz de "Near", un personaje de una serie manga, no se le llame por su nombre de pila. "La gracia está en que me mantenga en el anonimato", afirma.

Se espera que este último fin de semana de Metrópoli sea el más potente. La organización ha puesto toda la carne en el asador para rematar una cita que empieza a consolidarse en el verano gijonés.