Aunque a muchos aún les resulte extraño poder medir los datos del entorno y analizar cómo afectan al estado de ánimo y al comportamiento de las personas, esa medición es posible. Y lo es gracias a proyectos como "Environment dress", una propuesta de la artista asturiana María Castellanos y del madrileño Alberto Valverde que se basa en adaptar distintos sensores a prendas de vestir y complementos para generar información constante. Por ejemplo, sobre el índice de radiación ultravioleta. Ese nivel de exposición es el que ayer podían conocer al instante en la Escalerona muchos curiosos con solo calarse una pamela o colocarse unas gafas .

Ambos complementos "inteligentes" son creación de Castellanos y Valverde. Con ellos, quienes paseaban por el Muro de San Lorenzo pudieron saber que no sería necesario echarse crema con factor de protección solar. "Se puede permanecer en el exterior sin riesgo. Sin embargo si la radiación supera el 2 ya se necesitaría protección, y si supera el 8, se necesitaría una protección extra", aclara María Castellanos, al tiempo que añade que un día gris, como el de ayer no es sinónimo ni mucho menos de baja radiación.

Alba García Fernández, estudiante en Gijón, cree que se trata de "algo innovador y útil pero pienso que deberían cuidar más el diseño. Las gafas son pesadas y el sombreo es demasiado grande".

Coincide con ella Laura Díaz, gijonesa de 21 años. "Como innovación está muy bien, dado que nos enseña a medir las radiaciones UV y así saber cuándo nos deberíamos echar crema o mantenernos a la sombra. Veo sin embargo que hay muchas cosas que mejorar, yo no iría con esto por la calle", aclara rotundamente la joven.

Dos sensores, uno colocado en un sombrero y otro en unas gafas, cada uno con su pila respectiva, formaban todo el kit. "Aprovechando el verano queríamos hacer una demostración de cómo captan los sensores la radiación ultravioleta. En este caso buscábamos colocarlos en un entorno playero de vacaciones. Si decidiésemos ir a la nieve sería distinto, por ejemplo, podríamos poner los sensores en una chaqueta", explica Alberto Valverde.

"Me parece un proyecto innovador y útil, además de ser algo llamativo. Nadie conoce este tipo de tecnología y creo que es algo que va a comenzar a utilizarse más", opina Irene Arroyo García, una de las gijonesas que pudo probar este invento.

Aitana Barbón, de Pola de Laviana, coincide con la opinión del resto de los viandantes: un invento útil, pero con un diseño poco cuidado: "Me parece que esto está muy bien dado que hay veces que estás tomando algo, parece que no te vas a quemar porque no hace sol y sin embargo te acabas quemando".

Por norma general, ayer era la gente de más edad la que veía más complicado entender este tipo de inventos. Algunos de los curiosos que se paraban en la Escalerona y se probaban las prendas inteligentes no sabían nada acerca de su uso. A Lucía Gallego, gijonesa de 60 años, después de explicarle cómo usar los aparatos, lo que le importaba era que los artistas fueran pensando ya en "crear unos para los que llevamos 'prótesis' -refiriéndose a sus gafas de ver-. Gracias a esto podemos aprender a mirar, y tener una referencia de lo dañino que puede llegar a ser el sol". Fue la conclusión de Gallego.