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Villahormes vibra con San Antoniu

Un centenar de mujeres ataviadas con el traje de aldeana llanisca acompañaron al santo durante la procesión, que contó con dos ramos portados por niños y mayores

Villahormes, en Llanes, vibró como nunca el día grande de la fiesta de San Antoniu. Una concurrida procesión con un centenar de aldeanas así como una descarga de voladores y petardos a la salida y entrada del santo a la capilla fueron algunos de los emocionantes actos que ayer se celebraron en Villahormes.

Un nutrido grupo de personas acompañó a la procesión y esperó pacientemente su salida. En los alrededores de la capilla de San Antoniu, en cuyo interior el sacerdote Domingo González oficio la misa solemne, se concentraron decenas de personas. Uno de ellos fue Andrés Amieva, vecino de Villahormes y emigrante a Holanda desde hace 16 años. Cocinero de profesión, acudió vestido con el traje de porruano que le confeccionó su madre. Iba con él su esposa, Bimala Degenharte, ataviada con el traje de aldeana llanisca, y su hijo Dani Amieva. "Vengo todos los años. Pido vacaciones por estas fechas. En Holanda tengo muchos fotos del día de San Antoniu", dijo.

Dos ramos, uno pequeño portado por los niños Borja Llaca, Daniel Ríos, Marco Cueto y Pedrín Sánchez, y uno grande que llevaron Fali Carrera, Dani Rosete, Felipe del Llano y Benigno Llaca abrieron la procesión. "El ramu no pesa tanto como la hoguera", aseguraron los porteadores adultos entre risas. Entre los niños, Daniel Ríos debutó este año como mozu del ramu. "El día de San Antoniu es lo mejor del año", dijo. Los cuatro niños coincidieron en una cosa. "Lo que más nos gusta de la fiesta es el día de la hoguera", dijeron. Delante de los ramos desfiló el estandarte que portaba Ramón Crespo. La imagen fue llevada por varios costaleros vestidos de porruano.

La entrada del santo a la capilla entre los gritos de viva San Antoniu y el repicar de las panderetas de las aldeanas al compás del tambor que tocaba Gema Regueiro y una gran traca, puso el broche de oro a la jornada matinal festiva.

Por la noche la fiesta continuaría con una verbena que concluyó con una chocolatada con leche recién ordeñada.

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