Adolfo Martín lleva toda una vida dedicada a la cría del toro bravo. Primero al lado de su padre Adolfo Martín y desde 1992 como máximo responsable de la divisa cacereña. En 2012 un toro le hirió mientras desempeñaba tareas de campo. Tres cornadas, dos en la pierna y otra más en el costado, le causaron graves daños y varias lesiones en hígado, pulmón y otros órganos vitales y le dejaron postrado en el hospital varios meses. Nunca perdió la vitalidad ni las ganas de trabajar. Ha seguido al pie del cañón, luchando por su ganadería y disfrutando con los toros de triunfo que ha lidiado en los últimos años. Esta tarde se presenta en El Bibio.

-Debuta usted en Gijón lidiando y además el día grande.

-Esta es una ganadería distinta, no es habitual verla todos los días. Es un cartel muy completo. Perera fue el triunfador de San Isidro el año pasado y abrió la Puerta Grande de Las Ventas con una corrida mía y en Gijón será la segunda vez que se enfrente a mis toros. Para el aficionado tiene todos los alicientes. Voy con mucha ilusión y espero cumplir con las exceptivas del público.

-Viene de un éxito en Alicante donde se cortaron siete orejas a sus toros y al día siguiente indultó uno en Miajadas, Cáceres.

-Es una buena temporada. Además lidiamos una corrida muy completa en Soria, a principio de temporada le dieron la vuelta al ruedo a un toro en Almería; también fue buena la de Ceret (Francia). La ganadería está en muy buen momento y vamos a ver si no se tuercen la racha porque aquí en los toros dos y dos nunca son cuatro y cuando menos te lo esperas viene el batacazo.

-No me diga eso?

-Lo digo porque es así. Esperemos que no sea en Gijón pero hay días que se cruzan las circunstancias y no embisten los toros. Pero la corrida con que debutará en Gijón está en tipo y en condiciones para que embistan tres o cuatro toros.

-Ha dicho que su toro no se ve todos los días. ¿Qué le hace especial?

-Esta ganadería es de encaste Albaserrada que es la ganadería que fundó el Conde de Santa Coloma mezclando las sangres de Saltillo con Ybarra hace más de ciento diez años. Es un toro negro o cárdeno, en función de a dónde tire más si a Saltillo o Ybarra, con hocico de rata, degollado de papada, de poco morrillo. Un toro fino. En cuanto al comportamiento es listo, suele humillar mucho y muy encastado. Es distinto. No va y viene, no te regala embestidas. A mí me gusta como aficionado y es para hacerle las cosas bien y para buenos profesionales.

-¿Una ganadería torista?

-No me gusta la palabra. Es un tipo de toro encastado y con condiciones para hacer el toreo bueno cuando embiste. Hoy se ha acuñado una palabra nueva que es exigente. Un toro tiene que ser exigente siempre. Exigir oficio, exigir técnica.

-¿Disfruta como ganadero o como aficionado?

-Al toro hay que darle sus ventajas, debe ser íntegro, no se le puede masacrar en el caballo y hay que dejar que muestre su condición. Soy aficionado porque me gusta la fiesta.

-Lleva toda una vida dedicada al toro, ¿ha vivido una época similar de tantos ataques a la Fiesta?

-Tengo 68 años y no lo he conocido jamás. Hemos pasado por la crisis económica pero ahora hay un fenómeno que es que se ha perdido la afición. Se ha intentado vender el animalismo de manera exacerbada. Incluso, hoy día, se mira más por los animales que por las personas. Hay que empezar a trabajar ya a la juventud, desde los colegios, para mostrar que esto es cultura. Estamos perdiendo un terreno que no deberíamos haber perdido.

-¿Peligra la Fiesta?

-Nos han tachado de maltratadores y debemos reeducar a la gente ya. La batalla que tenemos por delante es muy dura porque nos enfrentamos activistas subvencionados. Que nos dejen ya vivir tranquilamente de una tradición muy nuestra. Ahora está de moda meterse con los toros pero no lo hemos sabido defender. Por sistema se ataca a los toros y hay que dar un paso al frente.

-Quizás no se conozca bien lo que es el toro, cómo vive y cómo se cría.

-Se cría para esto. El toro no es bambi. El toro mata. A mí me cogió uno en la ganadería que no me mató de milagro. Tiene su agresividad y ataca y no cabe duda que es un hombre con un trapo en la mano que se juega la vida.

-¿Cree que si la gente conoce al toro en el campo cambiaría de opinión?

-El toro es un animal que vive perfectamente, al aire libre en la ganadería. Eso es ecología. Al toro se le cuida para esos veinticinco minutos. Tiene que dar la gloria que es para lo que nosotros lo criamos. Si el toro sufriera como la gente cree el toro huiría y sin embargo ataca porque suelta una adrenalina en el fragor de la batalla que le hacer venirse arriba.

-¿Cómo pasa la crisis económica un ganadero?

-Los ganaderos somos los que peor hemos pasado la crisis. Que nadie lo dude. Un torero tiene la oportunidad de hacer horas extras o buscarse otro trabajo pero un ganadero, con más de mil cabezas de ganado detrás, con lo que cuesta, si no vende los toros es la ruina. Como le ha pasado a muchos. Son cinco años de crianza en los que un toro magnífico se te puede estropear en un segundo. Hemos sufrido a un nivel brutal. No es lamentarme es la realidad de lo que pasa.

-¿Cuánto cuesta criar un toro?

-Un toro bravo, con costes muy reducidos, te cuesta entre los cuatro y cinco mil euros. Pero eso sin poner amortizaciones y una contabilidad exhaustiva. Para ser ganadero hay que tener una afición desmedida. Sin afición no duras un pimiento porque las bofetadas te llegan en un momento. Además tienes que tener cartera para aguantar los momentos malos. Hablas de una realidad con vista a cinco años. Nace el becerro y esperas un lustro hasta obtener beneficios. Con un trabajo diario y constante.

-¿Si volviera a nacer sería ganadero?

-Seguro. En mi vida no he sabido hacer otra cosa. Y la ilusión hace que ahora esté trabajando más que cuando tenía veinte años. Pero siempre sabiendo que lo fundamental es afición, ilusión y austeridad para cuando vengan mal las cosas. Siempre al pie del cañón.

-¿Existiría el toro sin la Tauromaquia?

-Si por un toro de estos para carne te dan 300 euros? Hubiese desaparecido. Sería insostenible.