Si a alguien le quedan dudas del "boom" que sufre el surf en Asturias, que se dé un paseo por la playa de San Lorenzo a media mañana, cuando los madrugadores paseantes y los que corren por la orilla ya le han cedido el sitio a las escuelas de surf con sus monitores y su recua de aprendices. Entre todos, mezclados, otros deportistas menos novatos agarrados a sus tablas y algunas familias completas disfrutando en grupo de coger olas. Varios cientos, entre todos, se podían contar ayer mismo dando a la bahía gijonesa una estampa festiva.
"San Lorenzo es una buena playa para aprender a surfear, sobre todo en verano, aunque son olas más pequeñas. Ahora ya se pueden ver hasta pequeñajos de 4 o 5 años con sus 'espuminas', y cuando les ves que logran ponerse de pie por primera vez notas que su satisfacción es enorme", cuenta Manu Cifuentes, presidente de la Federación asturiana de surf. Una federación que pese al buen momento de este deporte no le han crecido las licencias. "No le ven la necesidad, porque nadie te va a pedir un carné para entrar al agua y si hay un percance ahí están los salvamentos y la sanidad pública", comenta.
Cifuentes tiene claro que el estirón del surf tiene mucho que ver con el cambio de perfil de los que cogen las olas. "Esto ya no es cosa de los cuatro raros que había en todas las playas; de esa pandilla que no tenía la mejor fama del mundo, o del grupo de alternativos que siempre hubo. Ahora son niños y niñas, jóvenes, adultos, familias enteras que hasta planifican las vacaciones buscando una buena playa con escuela para los niños", comenta. Y es que "engancha desde que empiezas. Y eso que surfear es más difícil que esquiar. Pero la diferencia está en que disfrutas desde el primer momento, estás en el agua, jugando con las olas... es muy gratificante". En Gijón se contabilizan ya más de media docena de escuelas y desde la Federación verían con buenos ojos una ordenanza que regule su actividad y de paso la ocupación de las playas, "para que no haya riesgos innecesarios".