De nada sirve saber que la guerra en Siria se ha cobrado ya la vida de medio millón de ciudadanos -y provocado once millones de desplazados- sin contextualizar el conflicto y conocer sus causas. A esta falta de información buscan dar respuesta los periodistas de guerra Javier Espinosa, secuestrado durante seis meses por ISIS (Dáesh o Estado Islámico), y Mónica García Prieto con su libro "Siria, el país de las almas rotas" que ayer presentaron en el 20º. encuentro "Foto y periodismo" de la "Semana negra".

En el libro no hay opinión, sí una sucesión cronológica de los hechos, desde 2011, que tratan de contextualizar el antes, durante y después de las movilizaciones contra el gobierno de Bashar Al Asad mediante el uso de reportajes para narrar sus viajes a la guerra. Es su visión del conflicto a través de los testimonios de sus protagonistas. "Somos los ojos del lector en Siria. Huimos de lo oficialista y teórico para ofrecer un paseo muy cómodo por el país para que cualquier persona no versada en el conflicto lo entienda", describe Mónica García. Mientras uno habla, el otro asiente y viceversa. Ambos coinciden en señalar la "invasión y ocupación ilegal" de Irak en 2003 como origen. Unas decisiones que bajo su perspectiva no deben quedar impunes.

"Los responsables de esta concatenación de muertes interminables deberían responder ante un Tribunal Internacional", valora Espinosa. Y con nombres propios. El periodista hace responsables directos de la aparición de ISIS a Bush, Blair, Aznar y Berlusconi, cabezas visibles -a su juicio- de la invasión de Irak que ha costado muchas vidas y los efectos colaterales que padece Europa, como el atentado de Niza, el más reciente. Protagonistas de un contexto que agrava la incertidumbre al desenvolverse en un marco donde el mensaje de occidente se vuelve "fluctuante" porque "siempre se ha regido por sus intereses y no por sus principios". Es por ello que urgen a tomar la determinación de poner en valor los derechos humanos a ambos lados del mundo. "Aplicamos los derechos humanos sólo para nosotros y no a ellos, no puede haber impunidad porque el doble rasero de Occidente provoca muertes", espeta García Prieto.

La primera lección es romper con una idea de guerra polarizada, con el régimen de Bashar, "culpable del 90% de las muertes", defendiéndose de los terroristas. "Hay muchos grupos armados, civiles y activistas que combaten", describen. Luego, que antes de comenzar con los disparos, las primeras movilizaciones sólo reclamaban libertades y liberación de presos. Y tercero, que no hay voluntad internacional de acabar con el conflicto.

También tienen su visión sobre Daesh y cómo minimizar su política del terror. "ISIS quiere acabar con el Estado de bienestar de occidente, que nos disfrutemos de libertades. Que vivamos bajo el yugo del miedo", desvela García Prieto. Para ello se nutre de una puesta en escena propagandística a la que no le falta detalle. Sus vídeos sanguinarios, de quema de personas vivas o decapitaciones en masa, surten efecto en occidente. Hay más. "ISIS busca popularidad" y se nutre de "cualquier psicópata del mundo que mate en su nombre". La preocupación de los periodistas va en aumento al ver la complicidad de los medios de comunicación que o bien simplifican el conflicto o bien "alimentan" ese temor. "Si cada vez que sucede algo hablamos del ISIS hacemos un flaco favor", explica Mónica García.

Todo ello conlleva un creciente sentimiento de islamofobia que ambos coinciden en advertir que "se trata de un terreno muy resbaladizo con un potencial de conflicto mundial evidente", advierten. Los dos inciden en el perjuicio que supone "asociar a toda una religión con un grupo extremista que es más una secta apocalíptica que un grupo religioso", matizan. La solución que recetan, después de vivir in situ la pugna de poder, pasa por la información contextualizada frente a la propaganda radical. Abogan por la negociación frente a las armas y declinan una intervención militar como solución. Vislumbran lejano el final, pese a que "Bashar ha ganado la guerra por goleada". El cese de las armas, "como sucedió en Líbano", ocurrirá cuando los sirios lleguen al convencimiento de que están siendo utilizados en un tablero con intereses internacionales. O, simplemente, "se agoten de matarse unos a otros", concluyen. En cualquier caso, seguirán informando.