Cuando a principios del siglo XII Pelayo, obispo de Oviedo, ordenó a sus copistas crear El Libro de los Testamentos, no era consciente de que una de las primeras propagandas de Asturias acabaría convirtiéndose en la joya bibliográfica de la región. En forma, el códice es un registro de todas las donaciones hechas a la Iglesia de San Salvador entre los años 812 y 1112, pero en el fondo fue un ejercicio de proselitismo del mitrado, quien lo concibió como la mejor forma de devolver el esplendor a la diócesis ovetense, en declive desde el traslado de la capitalidad del Reino a León. Ayer, 900 años después, cinco estudiantes de 3º de Historia del Arte de la Universidad de Oviedo inauguraban en la sala de exposiciones del edificio histórico una muestra sobre el Liber Testamentorum con el firme propósito de rescatarlo del olvido.

Liderando el quinteto, el alumno Rubén Domínguez, medievalista amateur e improvisado portavoz del grupo, destacaba "la importancia que el libro tiene para el Principado", pues "es uno de los más importantes volúmenes de la Península Ibérica pero a su vez ignorado por la mayoría de la gente".

Otro de los padres de la muestra, Rubén Benavides, apuntalaba las palabras de su compañero: "no es una obra tan conocida como la Cruz de la Victoria, o la Cruz de los Ángeles, y era necesario darla a conocer".

Acompañados del rector, Santiago García Granda y del vicerrector de Extensión Universitaria, Francisco José Borge, los cinco jóvenes posaban orgullosos en una sala con material elaborado por ellos mismos, como los paneles informativos o la representación de un scriptorium, es decir, una de las mesas donde se manuscribió el libro. También hay copias de obras pictóricas y escultóricas de la época, prestadas desinteresadamente por otros artistas.

Desde hace casi dos meses, estos estudiantes han preparado el proyecto , guiados por profesionales en la materia "para acercarse lo más fielmente posible al tema", como afirma su profesora, Ana Fernández, para quien "actuaciones como esta pretenden transcender las aulas e implicar a los estudiantes a mejorar la vida diaria, fomentando el trabajo en equipo". Es por ello que los jóvenes Isaac Cuello, Rubén Benavides, Celia Argüelles, Deva Álvarez y Rubén Domínguez, además de creadores, hacen las veces de comisarios de la exposición.

Los visitantes podrán ver un facsímil del volumen, de 36,4 x 24 centímetros, encuadernado en madera con cuero repujado, y recrearse con las 7 miniaturas que decoran sus 113 hojas. Dibujos que repiten siempre el mismo tema: la entrega de dádivas a la iglesia ovetense, y que acrecienta el valor, ya de por sí incalculable, del ejemplar.

Aunque la historia de uno de los manuscritos más importantes de Asturias no es del todo lícita. Los estudiosos suponen que el Obispo tenía intereses espurios cuando ordenó transcribir el Liber, dado que muchos de los testamentos recogidos parecen ser falsos -de 87 testimonios solo se sabe con certeza que 14 son auténticos-. Algo quelleva a pensar a los expertos que el Obispo Pelayo quería agrandar las posesiones de la sede ovetense para acentuar su relevancia frente al apogeo y pujanza de otras diócesis vecinas.

Y tampoco está exento de anécdotas, pues el códice conservado en la Catedral se salvó milagrosamente de ser trasladado a las bibliotecas del Palacio del Escorial en 1572, cuando el rey Felipe II envió a un emisario para recopilar los tesoros bibliogáficos de la capital asturiana. El caso es que finalmente el Liber Testamentorum permaneció en Asturias.

La exposición, que permanecerá abierta un mes, hasta el 5 de agosto en horario de mañanas y tardes con entrada libre, ya ha despertado el interés de visitantes como el ovetense Patricio González, que la encontró "por casualidad", y a quien le parece "una estupenda iniciativa, muy bien organizada y útil para conocer nuestro patrimonio".