Cyrano de Bergerac fue un poeta francés de los que casi no quedan. Y gran parte de sus versos, como los de todo buen poeta, se inspiraron por el amor imposible hacia una dama inalcanzable. La adaptación teatral a su historia, que encuentra matices de comedia dentro de un argumento esencialmente trágico -la razón por la que el poeta no se atreve a conquistar a su amada es su enorme nariz- lleva llenando los teatros madrileños durante meses. El viernes 13 de julio, el reparto que lidera el actor José Luis Gil se tomará un descanso de la capital para representar la obra en el Teatro Jovellanos de Gijón. El director de esta nueva versión, Alberto Castrillo-Ferrer, sostiene que la obra "condensa la esencia pura de todo el teatro".

- Cyrano, como buen poeta, está enamorado y no se atreve a dar el paso.

-(Ríe). Pues sí, efectivamente, Cyrano es un buen poeta enamorado y es, también, un gran espadachín y una persona muy noble. Solo tiene un pequeño problema: su nariz es muy grande. No deja que nadie se burle de ese rasgo pero a él sí que le acompleja y es lo que le impide acercarse a su enamorada, Roxana. No se cree lo suficientemente digno para ella. La mujer se enamora de otro joven que llega al pueblo y se lo dice al pobre Cyrano.

- El suertudo de Christian.

-Sí, ahí se completa el triángulo amoroso. Cyrano, resignado a que su amor con Roxana es imposible, ayuda a este otro chico a conquistar a su amada y le escribe sus mejores versos. Funciona, claro, Cyrano es un gran poeta. Pero cuando los dos supuestos amados se besan, nuestro Cyrano sabe que, en realidad, Roxana está besando más sus versos que los labios de su compañero. Que parte de ese amor, por cómo se ha fraguado, le corresponde.

- ¿Cómo ha reaccionado el público ante esta adaptación?

-La verdad es que hemos recibido una respuesta inmejorable. Hemos alcanzado ya unos 100.000 espectadores, imagínate. Llenamos cada función y el público siempre acaba de pie y aplaudiendo. Está siendo una maravilla, un sueño.

- El más emocionado, entonces, será José Luis Gil, el actor protagonista. Explicó ya varias veces que siempre había soñado con interpretar este papel.

-Y es que además le ha salido un Cyrano muy a su medida. Le entiende perfectamente y lo encarna como nadie. No ha habido una sola función en el que se le viese a medias. Está siempre al cien por cien, siempre perfecto. Lo digo sinceramente: es una gozada verle actuar. Da en el clavo en las escenas de pasión, en las de humor, en el final tan dramático que tiene la obra... Lo he dicho ya varias veces y lo repetiré las que haga falta: es el mejor Cyrano que yo me puedo imaginar. Ningún otro actor me encaja tan bien como él. El público siempre nos dice que las casi dos horas de función se les han pasado volando. Así de bien hace su trabajo José Luis.

- Algo tendrá también que ver la adaptación de la obra. ¿Cómo fue el proceso?

-Como la historia ya estaba contada, Carlota Perez-Reverte y yo nos centramos en la labor de traducirla y adaptarla a un formato teatral. Lo complicado fue esto último. En la película original hay cien personajes y nosotros tenemos a siete actores. Te puedes imaginar la logística. La función es un ir y venir constante de actores cambiándose de ropa entre bambalinas. Hay mucho movimiento, todo tiene que ir muy rápido. Fue lo que más tuvimos que ensayar.

- ¿Qué podemos contar sobre la escenografía?

-Que hay un poco de todo: lucha de espadas, canciones en directo, humor, acción... La estructura sobre el escenario es de madera, con varias alturas y varias puertas. Con la historia de Cyrano se condensa la esencia pura de toda la historia del teatro y se sigue un poco el estilo vodevil, porque es muy polivalente. El primer acto toma escena en un teatro; el segundo, en una panadería y el tercero, en el jardín de la casa de Roxana. El ritmo es verdaderamente frenético.

- ¿Todos hemos sido Cyrano en alguna ocasión?

-Todos, sin excepción. Por eso la gente empatiza tanto con este personaje. Todos hemos tenido un complejo que nos ha impedido lanzarnos a hacer algo. Siempre hay cosas que nos frenan, sea el miedo o la indecisión o cualquier otra cosa. Por eso los adolescentes se identifican especialmente. Viven mucho ese amor tan pasional pero no correspondido y esa sensación de no estar contentos con su cuerpo, así que se ven muy reflejados en esa pasión romántica y ese amor inalcanzable. A menor escala todos vivimos algo parecido en nuestro día a día.

- Los adolescentes también pueden verse reflejados en la historia por el funcionamiento de las redes sociales. Ahí también pueden ocultarse.

-Sí, en redes existe la libertad de hablar con alguien sin que el otro sepa quién eres, como Cyrano hace con las cartas de amor para Roxana. Pero Cyrano, al menos, lo hace por un objetivo muy bondadoso: el amor. En redes a veces las intenciones no son tan puras... Y en esta historia, aunque es Christian quien se lleva la gloria y la chica, a nuestro poeta le queda la certeza de que, al menos, se ha quedado con parte de ese amor porque parte de se logro es suyo. Eso es lo bonito.