Todo el mundo en Lastres miraba ayer al cielo con preocupación. Se temía que la Virgen no pudiera embarcar para el tradicional homenaje a los fallecidos en la mar que se hace para la fiesta del Carmen. Caían las primeras gotas mientras se esperaba la salida de la Virgen de la iglesia parroquial. Aunque el orbayu parecía remitir en un inicio, momentos antes de llegar a puerto se convirtió en una lluvia que a más de uno le pudo costar un cambio de ropa.

Al final las nubes, que acabaron en tormenta entrada la tarde, se contuvieron lo suficiente como para que toda la ceremonia se pudiera llevar a cabo con normalidad. El mayor percance fue tener que ponerle un "chubasquero" a la Virgen a su subida al barco "Nueva Emperatriz" de Lastres, que se le quitó en el momento del homenaje.

Finalmente, todos pudieron disfrutar de esta tradicional festividad que quedó retratada no solo en la memoria de los que se acercaron a la villa marinera, sino que también fue grabada por sus teléfonos móviles. En cada grupo de personas había al menos un par de "smartphone" alzados en el aire como si de ofrendas a la Virgen se tratara.

Quienes no necesitaron aparatos electrónicos para recibir a la comitiva fueron los inquilinos de la residencia de ancianos de Lastres. El recorrido habitual de la procesión cambió este año para poder llegar a los más mayores de la localidad, que pudieron escuchar el "Asturias patria querida" entonado por las gaitas de la banda del centro asturiano de Oviedo.

En cuanto a la misa que precedió a la procesión, el protagonista fue el párroco César Borbolla, el cual se despedía con agradecimientos de sus fieles. El cura se irá de misionero al continente africano en los próximos meses, aunque tiene pensado "volver cada dos año en mi periodo de vacaciones".

Los que también destacaban entre todos los asistentes fueron los militares de la reserva de voluntarios del Ejército en Asturias, que rindieron honores a la Virgen. Sus trajes blancos de marineros se veían con claridad en un día de nubes grises.

Militares, marineros, clérigos, vecinos de Lastres...todos ellos se subieron al barco que les llevaría por el mar Cantábrico en un breve pero emotivo trayecto. El momento álgido de la ceremonia fue cuando tiraron la corona y los ramos de flores por todos esos marineros que fallecieron en el mar.

Con el barco ya atracado en el puerto de Lastres se procedió al concierto del coro de San Roque, que tenía como acompañante el sonido de una tormenta que terminó por descargar justo cuando la mayoría estaba ya a salvo bajo techo.