Llevan veinte años de trayectoria y han publicado cinco LP. Tirando de números, y sobre el papel, la carrera de "Vetusta Morla" podría parecer irregular y lenta, como la tortuga de "La historia interminable" a la que alude su nombre. Sin embargo, esta banda madrileña no ha dejado de crecer desde su nacimiento; un desarrollo progresivo, fraguado sin prisas, a fuego lento y pensando cada paso. El resultado lo pudimos ver el sábado en el concierto que ofrecieron en el Gijón Life: un directo incontestable, tanto por la calidad del repertorio como por la interpretación y la entrega en el escenario. Fueron dos horas y veinticinco temas con los que repasaron su trayectoria y conquistaron a un público que empezó frío, contenido, pero que se fue soltando, contagiado por la energía que llegaba desde el escenario.

"Vetusta Morla" juega en otra liga. Han sido calificados como "indie", y no es cuestión de dar nombres, pero están a años luz de muchas de las bandas que se enmarcan en esa escena dentro del panorama nacional. Estos madrileños se escapan de las etiquetas y brillan con luz propia, con un sonido personal y unas canciones que no se acomodan a convenciones. Tan pronto desatan un huracán, con "Palmeras en la Mancha" o "Golpe maestro", como se adentran en un pop relajado y preciosista ("Al respirar") donde se aprecian más los matices, como las melodías que parecen emerger del vacío ("Punto sin retorno") o los aires de música popular con empuje ternario ("23 de junio"). Son detalles los que hacen grandes y diferentes a sus canciones, como el modo lidio por el que transita "Los días raros", con el peso de la tónica soportando la tensión de un intervalo de cuarta aumentada. Una maravilla a todo volumen y en el momento adecuado.

Sobre el escenario se palpa la concentración de todos los miembros del grupo. El rock de "Vetusta Morla" tiene muchos momentos maximalistas en los que interviene un amplio abanico de instrumentos. Guitarras, teclados, sintetizadores y mucha percusión son los ingredientes que dan forma a un sonido sobre el que se impone la inconfundible voz de Pucho. Sin embargo, no hay que perder de vista que cada instrumento aporta su grano de arena a la personalidad del grupo, y en el concierto del sábado el sonido fue impecable.

Empezaron con canciones de su último trabajo, "Mismo sitio, distinto lugar" (2017), que tiene temas que suenan ya a clásicos ("Deséame suerte"), y poco a poco fueron soltando éxitos anteriores: "Maldita dulzura", "Copenhagen". Cuando se acercaba la recta final, Pucho espoleó el ambiente con un "vamos a ver si despertamos, si desentumecemos", y empezó la traca final con temas como "La deriva" o "Sálvese quien pueda", que desataron la locura entre los asistentes. Con "Fiesta mayor" cerraron el bloque de concierto, y en los bises no faltaron "Consejo de sabios" y "El hombre del saco". Fue un concierto impecable, sólo nos queda esperar que no tarden tanto en volver por Asturias.