Fernández Villa y su esposa se las prometían muy felices ayer en Valdesoto. Bajo el lema "vamos a tirar pa´arriba la minería", planeaban cerrar el último pozo y abandonarse a un retiro dorado en Benidorm: "total perres tenemos a espuertes", decían. Sin embargo, en su camino se cruzó el Batman de Las Cuencas, también llamado "el carboneru oscuro", acompañado de su fiel Robin, en este caso Rodrigo Cuevas, para hacer justicia: "os voy a dar ostias hasta que la minería tenga futuro", proclamaron los héroes que no quisieron perderse el desfile de carrozas de Valdesoto. La fiesta sierense, plagada de referencias a cine y literatura ("Indiana Jones", "Cincuenta sombras de Grey" o el citado superhéroe), constituyó una crítica social en toda regla, especialmente a la globalización como enemigo de la tradición.

La acción comenzó con ligero retraso. Un cura adorador de Baco, abrió el desfile bajo el lema "En el amor, en la vida y en la afición non ye non". Sobre el escenario móvil una pareja al borde la vicaría y junto a ellos el polígrafo de la verdad, mostrando que los valores tradicionales del matrimonio tienen poca cabida en la realidad actual y que la verdad solo es un concepto relativo. A pesar de todo, el amor triunfó y los recién desposados prometieron "cambiar su estado civil en Facebook y hacerse un Instagram conjunto". La crítica social se agudizó cuando las actuaciones empezaron a penetrar en el terreno de las instituciones públicas. Sobre una carroza que desprendía aroma a chorizo criollo, un médico atendía a los pacientes en la parrilla del pueblo, debido al retraso en las obras del consultorio local.

La sátira a los servicios públicos continuó con una carroza en la que tenía lugar una reunión de padres de la escuela. Estos progenitores despistados, que no entienden de innovaciones pedagógicas que excedan del tradicional pizarrín, acabaron por demostrar "que son peores que críos" y que los nuevos tiempos, incluso en la educación, no hay quien los comprenda.

Por Valdesoto andaba también Indiana Jones. El aventurero, acompañado de su padre, no por razones escolares, buscaba nuevas oportunidades empresariales, "porque la aventura ya no es negocio desde que abrieron Cangas Aventura, y viajes El Corte Inglés. Algo tengo que hacer para pagar las letras del arca perdida", confiesa. Finalmente, el bueno de Jones encontró la esencia de la asturianía y se animó a montar un chigre.

La cosa iba de cine, o en este caso, de literatura adaptada a la gran pantalla. "Las cincuenta sombras de Grey" o "de Güei", como dicen en Valdesoto, también tuvieron protagonismo. A golpe de striptease, mostrando abdominales pintados y lencería sugerente, en la "sala roja" (la de ahumar los chorizos), intentaba revivir la chispa de su matrimonio uno de los paisanos de la villa.

En una carroza que reproducía las oficinas de Hunosa y un pozo minero, apareció el Batman de las Cuencas, "el carboneru oscuro", que acabó con el malvado Fernández Villa, junto a Robin, convertido por error en Rodrigo Cuevas. "Díjete que te disfrazaras de Robin y que salieras de la cueva", espeta el héroe murciélago a su compañero justiciero.

A pesar de los sobornos ofrecidos, y del cuento que le echó el sindicalista, "toy muy enfermu", aseguró; los titanes de la minería no se doblegaron y terminaron por envenenar al Villa no futbolero con una sidra comprada en Valencia de don Juan. "Ya sabes que al pasar el negrón ye veneno", se congratularon los enmascarados, que a continuación se fueron en su batmovil particular, un pequeño vehículo de baja cilindrada propulsado a llamaradas.

El hambre apretaba, era la hora de merendar y así llegó a Valdesoto una franquicia americana, en su "nueva sede móvil" que cerró el desfile. Sin embargo, a las paisanas y paisanos del lugar no pareció acabar de convencerles eso de levantarse para pedir en la barra, como tampoco el menú ofrecido, a base de hamburguesas envuelta en papel (que confundían con el rebozado) y los refrescos con pajita. "Yo quiero una de picadillo y calamares, o si no un lomo con patates y huevos", espetó uno de los clientes al joven tatuado, que con un acento más propio de Belén Esteban atendía a los descontentos clientes tras la barra.

Al final, los lugareños acabaron suspirando por un menú del día, dejando claro que el "american way of life" está a años luz de la forma de vida en Asturias.