Juan Manuel Humanes era ayer un hombre muy satisfecho. Desde el Cerro oyó los aplausos que levantó el espectáculo pirotécnico que diseñó para su empresa, la valenciana Ricasa, que tras muchos intentos de estar en Gijón por fin había ganado el concurso de ideas para lucirse en la noche de Begoña y el Restallón. Tres desplazamientos a Gijón para el estudio al detalla de las necesidades del espectáculo y del público, 16 operarios dedicados dos días a un montaje que lo garantizara todo, los nervios y la incertidumbre... todo quedó compensado. Las redes sociales y la propia ciudad les felicitaba por el éxito logrado.

-Gijón ha hecho balance. ¿El suyo?

-Muy muy positivo porque se nos ha acogido, adoptado y querido muchísimo, y eso se vio reflejado en el espectáculo. Era un proyecto único y exclusivo para Gijón, original, diseñado únicamente para esto, con una parte final que por primera vez en Gijón se ha hecho íntegra en colores dorados, y que nosotros hacemos muy pocas veces. Y también hicimos fases muy diferenciadas, con elementos muy singulares. Y todo eso parece que se ha valorado. Es muy difícil arrancar aplausos en cada fase del espectáculo, como pasó.

-¿Cuál era el gran reto?

-El primero y básico es que no todos los públicos son iguales. Y el de Gijón es un público enamorado de los fuegos artificiales. Vamos a muchas ciudades donde eso es un trámite de las fiestas. Aquí los fuegos son parte fundamental y eso sumó en positivo al pensar en el espectáculo.

-Público que iba a comparar su trabajo.

-Lo sabíamos. Ahora, que comparen.

-Dieron con la clave del triple aniversario de Covadonga como hilo argumental.

-Hice un estudio previo de todo lo que rodeaba este año a Asturias, de las cosas que le afectaban, y ese estudio, tan fundamental, ha dado con parte del éxito del espectáculo. Se lanzó un concurso de ideas y nosotros vimos viable y posible incorporar los aniversarios que había en torno al parque de Picos, a la coronación de la Virgen de Covadonga y a los orígenes del Reino de Asturias. Era el marco y el momento idóneo. De ahí el peso del color verde de la región en la pirotecnia, como guiño al centenario del parque de los Picos de Europa, o el final en dorado y esa apoteosis final alusiva al centenario de la patrona de Covadonga, igual que esas coronas aéreas que subían y bajaban y hacían ese efecto de estela, un efecto que casi nunca se hacen, también en conmemoración de la Virgen de Covadonga. Cada fase tenía su sentido y su aplicación lumínica a la hora de la representación del espectáculo. Y los rojos y blancos era obvio que eran Gijón. Y el final se hizo monocromático, en dorado para dar toque de distinción y elegancia que estos espectáculos tienen que tener.

-¿Cómo se aborda que ésta sea una ciudad casi de norte a sur viendo los fuegos?

-Eso lo que implica es un espectáculo con mucha más altura que otros convencionales, con una implantación física rítmica. Por eso en todas las fases llevábamos fuegos a una altura convencional y otros a altura especial. Es una peculiaridad de Gijón que haya una zona de lanzamiento y multiposición del público.

-¿A qué altura llegaron a explosionar artefactos?

-La cota máxima del elemento más grande que disparamos fue de 178 metros de altura.

-Se apreció ritmo, altura, brillo...

-Nosotros diseñamos y ponemos en venta espectáculos. A veces competimos con quienes ofrecen minutajes o kilos de pólvora, pero así se miden las patatas, los tomates, no un espectáculo.

-Y las condiciones de la noche, inmejorables.

-El viento fue un aliado. Nos limpiaba la zona de disparo y lo llevaba al mar. Todos los estudios y diseños van con un elemento que no controlamos: el viento. Por fortuna, sopló a favor.

-El coste del espectáculo fue de 70.000 euros, un 30% más que el año anterior.

-Afortunadamente, y por fin, el coste económico no era el objeto de selección del contrato, y se ha valorado únicamente el proyecto presentado para la ciudad.

-Ayer dieron el Restallón, que igual fue "restallín".

-En el Cerro el viento era muy fuerte y nos desplazaba los elementos pirotécnicas. La sensación sonora se la llevaba el viento, se iban al mar. La ciudad no oyó al cien por cien la sonoridad prevista. Es muy difícil contar con una climatología tan a favor como tuvimos la noche de los Fuegos.

-Y con fuegos de día.

-Era un toque, una pincelada para la mañana de Gijón, en rojo y blanco, que son vuestros colores. En espectáculos diurnos también se pueden poner.