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Arte y moda entre rejas

El Gijonés Jorge Cueto ofrece una alternativa a los reos de cárceles mexicanas: ejercen de diseñadores para la marca prisonart en el sector del lujo

Arte y moda entre rejas

Llegó a México con 15 años para empezar de cero y ahora Jorge Cueto lidera un proyecto que, además de ser premiado recientemente por la revista "Entrepreneur" por su impacto social, ayuda a cientos de jóvenes en situación de exclusión. Este gijonés emplea a presos en un taller que combina arte, tatuajes y moda para abrirles un camino hacia la inclusión. Sus bolsos, carteras y mochilas se venden en todo el mundo bajo la firma PrisonArt, "una marca de boutique con trasfondo social", como explica el propio Cueto.

Cruzó el mundo con su familia en 1982, tras la quiebra de la empresa familiar, y allí se formó y empezó a trabajar en el sector financiero. Un camino que se torció debido al fraude de un cliente. "Un día saliendo de mi oficina vinieron a arrestarme y me llevaron a la cárcel, aquí te encierran y después de juzgan", cuenta Jorge Cueto.

"Pasé 11 meses hasta que me juzgaron y demostraron mi inocencia, me bastó para ver cómo era la situación de la cárcel", explica el asturiano. La violencia, las drogas y la corrupción forman parte del día a día de los centros penitenciarios mexicanos. Los presos por delitos menores se mezclan con los peligrosos. "Allí es lo mismo un preso que no pudo pagar la pensión a su ex mujer que un sicario de un cártel", cuenta Cueto.

Tras la condena, los presos se enfrentan al rechazo de la sociedad. "No les dejan trabajar en muchas empresas y acaban en manos de los cárteles", lamenta Cueto, "entran por delitos menores y acaban formando parte del crimen organizado con el que contactan en prisión".

Jorge Cueto pasó por la cárcel de Puente Grande en Guadalajara, Jalisco, una de las más sobrerpobladas. 12.000 presos que conviven en una prisión "en la que hay de todo" y funciona como un pueblo. Está auto gobernada, los presos controlan todo dentro. Todo es un negocio y todo cuesta dinero. "Lo peor que te puede pasar es no tener dinero en una cárcel mexicana", explica Jorge Cueto. Trabajar en los negocios de los cárteles y vender droga son la opción para la mayoría. La artesanía y el autoempleo es la salida que queda para los que tratan de evitarlo.

"El proyecto empezó como una idea que buscaba darles una opción que sirviese para capacitarse y a la vez reinsertarse mientras ganaban dinero para sobrevivir allí", explica Cueto.

El proyecto de PrisonArt funciona durante toda la condena y pagar a los presos es la única alternativa que los mantiene en el taller. "Cobran por la pieza, las hagan bien o mal, lo que importa es que trabajen".

"Surgió casi de casualidad", cuenta el gijonés. La necesidad de llevar sus pertenencias con él para evitar robos hizo que comprase cuero para hacerse una mochila. La imagen de otro reo tatuando a un compañero le animo a pedirle que tatuase la pieza de piel para decorar la mochila. "Son diseños únicos que se pintan con máquinas de tatuar que se hacen con cosas que hay en la cárcel", explica Cueto. Un motor de un secador del pelo, agujas de coser, bolígrafos ? todo ello puede servir. "Poco a poco fuimos subiendo la calidad y recibiendo más presos", cuenta. Cuando salió libre ya tenía a 34 jóvenes trabajando con él.

"Damos un futuro más esperanzador a los presos y sus familias, les hacemos sentirse útiles", explica Cueto, "son presos, pero pueden hacer cosas bonitas". De esta forma evita que reincidan o caigan en adicciones. El Lazo con sus familias también es esencial. "Están obligados a dar la mitad de lo que ganan a su familia. Ganan más que algunos trabajadores de la prisión", cuenta. "Es demasiado dinero para estar en la cárcel y así evitamos que les den de lado", añade.

Trabajan con reclusos de todo tipo, "da igual el delito, todos son personas, tiene casa, familia, amigos... ", explica Cueto. Les ayudan a reinsertarse y no volver a caer en la violencia. "Les alejamos de las drogas y de las organizaciones que se aprovechan e su situación de marginación", destaca el fundador de PrisonArt.

A día de hoy cuentan con numerosas boutiques en México, dos en España (en Ibiza y Barcelona, y esperan abrir otra en Madrid), en Berlín y distribuidores por todo el mundo. Ahora planean abrir la primera en Estados Unidos, en San Francisco. "Trabajamos con 8 cárceles mexicanas, pero hemos estado planeando hacerlo también en Panamá y Colombia", explica Jorge Cueto. Por desgracia no todos los sistemas penitenciaros permiten el desarrollo de proyectos así. "Solo pensamos en países donde el sistema es similar", señala.

"Es un negocio, rentable de momento, y nos importa posicionar la marca, pero realmente buscamos demostrar que la gente de la cárcel no es basura, que pueden recuperarse. Cambia la percepción de la sociedad sobre estos grupos marginales", concluye Jorge Cueto.

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