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El Dragón rema contra el cáncer de mama

Diez pacientes asturianas que sufren la enfermedad reivindican el remo como bálsamo para su dolor

La tripulación femenina al completo posa con un colaborador. MARA VILLAMUZA

El martes 8 de mayo a las 11.00 horas de la mañana Carmen María Diez necesitó una hora encerrada en su coche en el hospital de San Agustín de Avilés para balbucear el audio de Whatsapp más bonito del mundo: "Hija, ya no tengo cáncer". Esa misma tarde lo celebró en el embalse corverano de Trasona, con sus nueve camaradas del equipo de remo "Asturias Dragon Rosa", formado por mujeres que saben lo que es que un tumor les crezca en el pecho. Entrenan cinco días a la semana en la modalidad deportiva de "dragonboat" porque tienen más claro que el agua que el ejercicio les alivia su dolor físico y emocional. Mañana compiten en el III Campeonato de España de "dragonboat". Y se ofrecen a a la oncología para un estudio que permita asegurar científicamente que esta modalidad de remo es mano de santo contra el cáncer de mama.

En 2011, la Universidad de Columbia Británica, en Canadá, publicó un artículo científico donde se recopilaron todos los estudios cualitativos y cuantitativos sobre los efectos del "dragonboat" en pacientes de cáncer de mama. El texto señaló minuciosos experimentos de semanas, que Carmen Vázquez, la mayor del Dragon Rosa, aún con cáncer de mama, resume en un segundo: "Cuando me bajo de la barca es como si el dolor se quedara en el agua". Lo dice una mujer que tras su mirada tranquila, reúne toda la dignidad que da cumplir 60 años sin esperarlo.

Uno de los problemas que amaina el "dragonboat", en experiencia de estas diez asturianas, es el linfedema. El linfedema es un efecto secundario del cáncer de mama que se caracteriza por una hinchazón horrible de las extremidades. Avelina Fernández tiene 53 años y es jefa de distribución de corres en Tineo. Superó el cáncer en mayo tras quimioterapia, radioterapia y vacunas. "En verano, con el calor, el linfedema es peor. No puedes ni planchar de lo que te duele. Llevo cuatro días viniendo a remar y estoy mucho mejor, ya estoy enganchada. Me encanta", asegura.

El historial médico de estas asturianas mide milimétricamente su dolor físico. Pero no dice nada de lo que se siente cuando en una revisión rutinaria, te dicen que tienes un tumor maligno, como le pasó a Ana Quintiello, de Pola Siero. Ni cómo el cáncer hace que amigos que consideras de toda la vida miren a otro lado para no saludarte en la calle, como le pasó a Carmen Vázquez. O lo que tarda en llegar septiembre, cuando tienes la última revisión en la que se supone que te deben dar el alta como le pasa a Mar Díaz. El "dragonboat" llega para ellas a donde la quimio no. Les cura emocionalmente.

"Yo estuve años en rehabilitación y no mejoraba del hinchazón del brazo. Pero vine aquí y no solo mejoré de esto, sino de más cosas. El cáncer me ha hecho darme cuenta de que mi familia son mi marido, mi hijo y estas nueve mujeres", afirma Quintiello. "Llegué aquí en el peor momento. Estaba deprimida. El primer día, me caí en el barco, pero seguí en ello. A mí nunca nadie me había dicho 'enhorabuena, buen trabajo' o 'ánimo, que tú puedes'. Esto engancha. Se convierten en tu familia. Tiran de ti. Yo no sé lo que voy a vivir, ni lo quiero saber, pero ahora ya no me agobio tanto", sintetiza Vázquez.

Mañana, a las 9.30 horas, estas diez mujeres se subirán en su dragón, que es como se denomina la embarcación en esta modalidad deportiva. Tendrán el honor de ser el primer equipo asturiano que compita en un Campeonato de España en la categoría BCS, siglas en inglés para denominar "supervivientes del cáncer de mama". Estuvieron a punto de ir al campeonato de Europa pero aún no se habían conformado como equipo. Ahora, ya reman juntas en el mismo barco, al son del tambor que les marca el ritmo. El Asturias Dragon Rosa zarpa en Trasona en busca del oro y de un estudio científico que asevero que el "dragonboat" alivia las dolencias del cáncer de mama. Son diez asturianas juntas en el mismo barco por una causa justa.

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