El Papa lo dijo muy claro en Río de Janeiro: ¡Hagan lío!.. ¡quiero lío en las diócesis, quiero que la iglesia salga a la calle!”. Y siguiendo su petición, Cáritas Diocesana de Oviedo, de Ávila y de Cartagena han acogido a una treintena de jóvenes y se los ha llevado de campamento. Y a uno con un nombre muy simbólico: “¡Hagan lío!”.  

Esa es la cita de ocio de la que están disfrutando desde ayer en Asturias 33 jóvenes de entre 16 y 21 años, asturianos, abulenses y murcianos. Un campamento para hijos de familias en riesgo de exclusión en el que van a realizar actividades al aire libre, ampliando así su mundo y sus relaciones sociales. Su punto base está en el Seminario ovetense y desde aquí se desplazarán a Ribadesella, Cudillero, Gijón, Covadonga, entre otras localidades del Principado. Ayer, de hecho, tocó ir a Ribadesella para hacer su popular descenso en piragua y a Covadonga. “Bajaron el Sella muy ilusionados”, comentó Verónica González, responsable del programa de menores y familia de Cáritas en Asturias.

En estas jornadas son los propios participantes quienes diseñan y organizan las actividades que quieran hacer, transformando el ocio en fuente de crecimiento y desarrollo, y enriqueciendo así su integración e inclusión. En esta ocasión, la decisión de los jóvenes fue palear el Sella, visitar Covadonga, comer cachopo y hacer surf en las playas asturianas, entre otras. Y pese a la lluvia no se plantean otras actividades. “Son jóvenes. Disfrutan de la naturaleza también con lluvia. Además algunos vienen de zonas de mucho calor, así que incluso agradecen este tiempo”, afirma Verónica González. 

Esta experiencia va dirigida a adolescentes y jóvenes procedentes de programas de infancia, adolescencia y familia de diversas Cáritas que sus familias se encuentran en riesgo de exclusión. Esta iniciativa surgió cuando Cáritas se dio cuenta que estos chicos se encontraban con muy pocas actividades accesibles. El campamento también se propone frenar las consecuencias que pueden vivir en una situación de exclusión o de precariedad para el desarrollo y la calidad de la vida. Porque además, existe un riesgo elevado de que esta situación de exclusión perdure durante la vida adulta y se consoliden situaciones de transmisión intergeneracional de la pobreza.

Verónica González explica que “debido a que la calidad de vida de los jóvenes se ve mermada por las realidades que están viviendo, surge esta iniciativa de una experiencia piloto de convivencia de jóvenes procedentes de diferentes Cáritas diocesanas”. “Este proyecto –añade— busca desarrollar actividades dirigidas a la atención socioeducativa en el tiempo libre, con un carácter preventivo, lúdico-educativo y cultural”. Y es que estas actividades de ocio saludable reducen los conflictos, la sensación de incomprensión y la violencia de los participantes.

"Muchos de los adolescentes, pese a estar rodeados de familia y amigos, sienten una gran soledad, ya que no son capaces de expresar sentimientos, generar empatías con sus semejantes y encontrar soluciones a problemas cotidianos del día a día” explica Verónica González. Para llevar acabo todas estas actividades cuentan con el seguimiento de un equipo técnico y un grupo de voluntarios de la fundación, conjunto con el apoyo financiero de esta.