Cantabria da mucho de sí. La comunidad vecina cuenta con numerosos atractivos. Uno de ellos es la ciudad romana de Julióbriga, un yacimiento arqueológico en el que se pueden conocer las distintas construcciones de la época. Se encuentra en la pequeña localidad de Retortillo, a pocos kilómetros de Reinosa.

Los restos de esta ciudad, que recibió su nombre del emperador Octaviano Augusto y de su familia adoptiva, la gens Iulia, permite contemplar los dos tipos de viviendas que existían entonces, reflejo del estatus económico y social que ocupaban sus moradores. Unas contaban con un patio central porticado y correspondían a las clases más altas, mientras que las denominadas viviendas bloque, que carecían del patio interior, pero poseían un corral exterior, eran características de un tipo de vida vinculado al sector agropecuario o a actividades artesanales.

En Julióbriga se puede visitar una domus-museo que evoca, mediante escenografías, los espacios de la vida cotidiana romana y sus modos de vida. También muestra una selección de piezas procedentes de las excavaciones.

Bien antes, bien después de recorrer este yacimiento, merece la pena acercarse a Reinosa para dar un paseo por la ciudad y saborear su dulce más típico: las pantortillas. Están hechas de una masa de hojaldre y tienen una capa de azúcar caramelizada en el centro de la parte superior. Su forma es elíptica y de un centímetro aproximadamente de grosor. Las más famosas son las de Casa Vejo, en la calle Mayor, una empresa familiar que lleva elaborando este tradicional producto desde 1990. Se venden en envases de plástico individuales y para mantener todo su sabor, sus fabricantes sugieren que cuando tengan más de seis días se calienten unos segundos en el horno o en la plancha para despertar la mantequilla con la que se elaboran.