Si uno realmente quiere perderse por un lugar único y singular, de belleza extrema y muy poco transitado por el turismo en comparación con otras zonas de Asturias, entonces una buen opción es hacerlo por el concejo de Allande en dirección, por ejemplo, a un pueblo aislado entre montañas, en medio del paraíso, que se llama Monón y donde viven actualmente seis personas. Aunque, como dice con gracia Laura González Rodríguez, quien junto a su marido, Elías García Pérez, regenta allí tres casas rurales bajo el nombre de Casa Corral, y tiene además ganadería ecológica, «para venir a Monón hay que tener muchas ganas de venir a Monón». Y es que, sin duda alguna, la carretera que hasta allí conduce no es, precisamente, una autopista.

Hace un tiempo abrieron también allí, asomado al valle del río Lloredo, un coqueto comedor acristalado donde la mejor decoración es el entorno mismo, con Bendón y Muriellos al fondo, además de un impresionante bosque de castaños. Eso sí, los 18 kilómetros que los separan de Pola de Allande, una vez tomada la desviación al puerto de la Marta, desde la carretera del puerto del Palo, hay que hacerlos con tranquilidad y sin miedo a esta carretera estrecha, con bastantes curvas, a veces pindia y no apta para los que añoran los quitamiedos cuando se paran a mirar la profundidad del paisaje. Aquí no los hay. Ahora bien, para quienes están tan habituados a este tipo de vías que inclusive las buscan, como es el caso de los aficionados a la moto, el premio,sin duda , no sólo es disfrutar de la maravillosa cocina de Laura. El premio es, ya, el viaje en sí mismo.

El comedor acristalado tiene una capacidad de 20 a 25 personas. Resulta imprescindible llamar por teléfono a Casa Corral y, si se quiere comer allí, reservar, pues no se trata de un bar al uso. Sólo se sirven las comidas por encargo.

Allí, entre otros platos asturianos y algunos específicos de esta zona del interior del Suroccidente, se puede disfrutar de unas ricas fabes con gallina o con caza (jabalí, liebre, corzo), dependiendo de la temporada. Todos sus embutidos son caseros. También ofrecen cabrito o cordero asado, además de carnes a la plancha procedentes de su ganadería, de ternera ecológica; una carne exquisita que Laura cocina de diversas formas; chuletas, filetes, solomillo, redondo, carne asada o escalopines a la pimienta o al cabrales e inclusive unos peculiares buñuelos de carne. En cuanto a sus verduras y hortalizas, también proceden de su huerta, por lo que además de ensaladas variadas, también prepara, entre otros platos, crema de calabacín, menestra y hasta unas ricas patatas rellenas. En cuanto a postres, la tarta de avellana, la de la abuela, el arroz con leche, la tarta de Casa Corral y los yogures, además del pan, también salen de las manos artesanas de Laura, mientras que es Elías quien se encarga, además de atender a los clientes y de hacer el vino y los licores caseros, de informarles, incluso acompañarles en ocasiones, a los rincones más hermosos y recónditos de este pedazo de paraíso, escondido en el mismísimo corazón de Allande.