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La guía secreta de Asturias

Muriellos, balcón a Peña Rueda

El pueblo quirosano, a una altitud cercana a los 1.000 metros, y Rano, a 700, cuentan con unas vistas impresionantes de una parte de Las Ubiñas

Casas e iglesia de Santa María, en el pueblo de Muriellos, con la montaña nevada al fondo. ANA PAZ PAREDES

Todas las precipitaciones caídas en los últimos días llenaron de nieve numerosas zonas de Asturias, buena parte de la cual desapareció con rapidez en las zonas más bajas debido precisamente a la lluvia que cayó más tarde, con temperaturas más altas. Sin embargo, en la montaña y en sus cumbres el blanco sigue mandando sobre los últimos colores del otoño, ya prácticamente marrón y ocre en todas las zonas donde está el bosque. Tenemos ahí, a la vuelta de la esquina, ya girando frente a nosotros, la entrada del último mes del año, diciembre, en el que la climatología y la falta de luz hacen que apuremos las primeras horas del día para recorrer alguno de tantos lugares bellos y con historia de nuestra tierra.

Así, para los que opten por perderse por el concejo de Quirós y entrar por alguna de esas carreteras de pueblo que en ocasiones nos descubren lugares y paisajes increíbles, una buena opción -y sobre todo para los amantes de la fotografía y de la etnografía- es llegar hasta la capital, Bárzana, y, tras dejarla atrás y llegando a la altura del polígono girar a la izquierda en dirección a Rano y Muriellos, como reza la señal, por la carretera QU-2, que en buena parte cuenta con buen asfalto e introduce al viajero en un paisaje de belleza cambiante en una distancia corta que recorre con agilidad, pues apenas hay circulación. Rano, que es la población con más habitantes, unas trece personas, tiene casas conservadas y alguna de turismo rural, además de su iglesia, que se asoma a los Huertos del Diablo, en Las Ubiñas, un paisaje montañoso fascinante que se enmarca en el parque natural de Las Ubiñas-La Mesa. La nieve que cubre las cimas las vuelve más majestuosas.

Camino de Muriellos, que está a unos 950 metros de altura, el viajero pasa antes por Villajero, donde una de sus vecinas es muy conocida en la zona -tal y como informan allí- por el excelente pan de escanda que elabora en su horno de leña. Finalmente la llegada a Muriellos, un pueblín donde ya quedan pocos habitantes y las casas conservadas se mezclan con otras en peor estado, invita a detener el coche a la entrada, pues la carretera se transforma en una pista que lo atraviesa, estrecha y con curvas, un par de ellas de herradura y con bastante inclinación.

Impresiona contemplar desde allí la montaña y el bosque que lo rodea y, entre los picos, Peña Rueda, de 2.150 metros de altura, además de otras altas cotas de Las Ubiñas. Caleyarlo en silencio es disfrutar de la Asturias más auténtica, además de respetar, como se merece, su historia escrita en piedra.

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