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Crítica / Música

Un "Cabaret" con equilibrio y fluidez

El público aceptó la invitación al espectáculo desde la primera escena

Un "Cabaret" con equilibrio y fluidez

Vivimos una segunda edad de oro de los musicales. Ni Broadway ni el West End son lo que eran, pero los teatros saben que, hoy en día, programar un musical es prácticamente garantizar el lleno. Tampoco es la panacea, porque las producciones que llenan tienen elevados costes y un pinchazo en taquilla puede ser una debacle. En este contexto, una de las fórmulas que mejor está funcionando es la de volver a poner en escena los musicales que han pasado a la historia del género con nombre propio bajo el pretexto del aniversario de su estreno Lo vimos hace unos años con "West Side Story", y ahora lo estamos viviendo con "Cabaret", cuyo montaje en España se enrola en una gira por el país tras el éxito cosechado durante un año en Madrid.

Hace medio siglo, esta obra triunfaba en Broadway y, como sucede con los grandes musicales, su leyenda se consagraría en la versión cinematográfica con dirección del gran Bob Fosse y el papel protagonista de Liza Minnelli. La ocasión merecía que volviera a los escenarios, y Som Produce se lanzó junto al director Jaime Azpilicueta en un montaje que rinde homenaje a la obra actualizando algunos elementos al lenguaje de este género teatral en el siglo XXI, pero sin perder de vista el original. La traducción de los textos no desentona, el elenco de músicos consigue dar vida a toda la banda sonora, con solvencia para manejarse en los diferentes palos del jazz, y la acción nunca pierde intensidad.

El espectáculo invita al espectador a dejar problemas y prejuicios a un lado y entregarse al libertinaje amoral que gobierna la atmósfera del "Kit Kat Klub". El público aceptó la invitación desde la primera escena, en gran parte gracias al magnífico papel de Armando Pita en el rol de Maestro de Ceremonias (Emcee). No es de extrañar que al final de la obra se llevara la mayor ovación. Teresa Abarca estuvo espectacular en el papel de Sally Bowles, dio la talla en los números musicales (se lució en "Cabaret") e imprimió a su personaje la inestabilidad emocional que lo caracteriza. Amparo Saiza también estuvo soberbia como Schneider, especialmente como cantante.

Pero, más allá de destacar algunas de las intervenciones, el fuerte del musical se encuentra en la compensación y el equilibrio de todos los elementos y en una fluidez narrativa que engancha y evita altibajos. Los números de baile, los diálogos, las intervenciones constantes del maestro de ceremonias? todo aparece en el momento oportuno. La escenografía y el juego de luces se complementan a la perfección para configurar espacios verosímiles con transiciones rápidas. En fin, toda una serie de elementos que convierte a este "Cabaret" en algo más que una suma de canciones conocidas, y eso que también las hay: "Willkomen", "Maybe this time", "Money, Money". Aquí se respira humor y drama, y se percibe el progresivo deterioro del clima social de la República de Weimar a las puertas del periodo Nazi; no es una historia de fantasía, el argumento está marcado por el contexto histórico, y todo ello se plasma perfectamente en el escenario.

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