Si hay un artista lírico querido por el público ovetense ése es el tenor José Bros (Barcelona, 1965), cuyo buen hacer a lo largo de las décadas que lleva sobre los escenarios ha conseguido que sean muchos los aficionados que le siguen de forma incondicional. Todavía resuena en el teatro Campoamor de Oviedo el bis de "Una furtiva lágrima" que hizo en el año 2017. El próximo 9 de marzo ofrecerá un recital en el teatro ovetense bajo el título "Eternamente Bros", en el que estará acompañado por la Orquesta Oviedo Filarmonía y el director David Giménez Carreras. Para Bros, es especialmente emotivo que en una ciudad "tan pequeña y acogedora" como Oviedo la gente se vuelque con él de la forma en que lo hace. Este conocido y querido cantante afirma: "Me encanta cruzármelos por la calle, que me paren, me saluden y me digan entusiasmados: vendré a verte, o qué bien estuviste el otro día".
-Después de tanto tiempo sobre el escenario, ¿qué hace para renovarse día a día y continuar arrastrando al público a sus espectáculos?
-Ahí radica el compromiso que tengo con la gente, el de llevar a cabo cada dos años un proyecto nuevo, y si además mi propuesta gusta, siempre es enriquecedor para ambas partes. Es una cuestión de predisposición y de poner todo tu ser en cada una de las cosas que haces. Tus emociones, tus experiencias, tu estado anímico? Con "Eternamente" he querido llevar a cabo un canto a la esperanza, a la alegría y al amor eternos. ¿Por qué no puede ser todo eterno? Cada pieza que elegí busca ese canto a la vida.
-¿A nivel artístico, qué novedades incorpora en su próximo recital?
-He incorporado algunos números que no había cantado nunca antes con orquesta, principalmente extraídos de la música popular, como "Te quiero dijiste" o "Júrame". Me he tomado mucha libertad en la elección del repertorio, quería salirme de mi zona de confort, dar un paso más allá, en una dirección en la que el público no me hubiese visto antes, no limitarme. No pretendo batir ningún récord, es una inquietud, por darme el gusto de poder llevar al escenario un repertorio que durante mucho tiempo fue sólo para mi círculo más cercano. Dicho esto, también quería un espectáculo en el que el público disfrutase de lo que ya conoce de mí. Además, tratándose de un recital que está inmerso en el Festival de Zarzuela de Oviedo, este género tenía que ser protagonista también.
-Después de tanto tiempo sobre los escenarios, ¿qué opinión le merece la actualidad lírica?
-Estamos viviendo un momento de gran esplendor, tanto en la ópera como en la zarzuela? Han salido en los últimos años cantantes muy preparados, y tenemos que valorar mucho lo que tenemos en nuestra tierra. En el mundo de la lírica hoy se vive muy apresuradamente, y muchas veces se echan en falta paciencia, serenidad, estudio y devoción por lo que haces. Es una carrera muy sacrificada a la que tienes que enfrentarte queriendo, dejando atrás tu situación personal. Pero no puedes realmente y a veces eso se hace duro, pero al mismo tiempo hace que uno se meta de verdad dentro del personaje que interpreta. No se trata sólo de que yo me prepare la partitura y la estudie. La experiencia de haber pasado por la misma situación que el personaje me hace, si cabe, entender mejor lo que siente.
-¿Querría compartir alguna experiencia en este sentido? ¿Alguna vez que el personaje se haya apoderado de usted?
-Muy pocas veces he hablado de este tema, pero una de las actuaciones más emotivas que recuerdo fue cuando estaba en el teatro del Liceu de Barcelona haciendo "Lucia di Lammermoor". Recuerdo la última vez que mi madre me vio en escena porque cuando salí a saludar, allí estaba ella aplaudiéndome. Al poco tiempo, la enfermedad que padecía se la llevó. Desde entonces no hay función de esta ópera, cuando canto la última escena, en la que no me acuerde de ella especialmente. Me acuerdo de ella constantemente, pero la fuerza emocional que me recorre en ese momento es verdaderamente indescriptible.