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Se apagó Kirk Douglas, la última gran estrella masculina del Hollywood eterno

El inolvidable protagonista de clásicos como "Espartaco", "Los vikingos", "Senderos de gloria" o "El loco del pelo rojo" fallece a los 103 años

Se apagó Kirk Douglas, la última gran estrella masculina del Hollywood eterno

Kirk Douglas parecía inmortal pero la última bobina de su vida se ha apagado a los 103 años. Ahora es eterno, como lo son muchos títulos grapados a la memoria de varias generaciones: el gladiador revolucionario de "Espartaco", el guerrero fiero y enamorado de "Los vikingos", el productor despiadado y carismático de "Cautivos del mal", el pistolero tísico de "Duelo de titanes", el marinero jovial de "Veinte mil leguas de viaje submarino"... Y no pare usted de contar. Hollywood despidió a su última gran estrella masculina ( Olivia de Havilland, siete meses mayor, resiste bravamente) como se merecía: con emoción por la pérdida y gratitud no solo por su carrerón de interpretaciones memorables sino también por sus batallas contra las cacerías de brujas.

Douglas no tenía pelos en la lengua: "Me hice una carrera a base de interpretar a hijos de puta". La de ahora es su muerte en carne mortal pero en la pantalla murió muchas veces de forma memorable, como bien saben quienes aún se estremecen al verle gritar "¡Odín!" antes del último suspiro o verle caer ante la cámara en "El gran carnaval".

El verdadero nombre del hoyuelo más famoso del cine (junto con Cary Grant) era Issur Danielovitch y era hijo de un trapero ruso emigrado a Estados Unidos. Se enorgullecía de ello y así tituló sus memorias. Lo tuvo claro desde el principio: "No quiero ser un '¡Eh, tú!' toda mi vida. Quiero que la gente me llame señor". Si tenemos en cuenta que una esposa de Douglas llegó a decir que la vida a su lado "era estar sentado en un bonito jardín al lado de un volcán" podemos empezar a moldear una idea del carácter de una estrella combativa que tuvo encontronazos con compañeros de reparto y directores (llegó a acorralar a Stanley Kubrick a lomos de un caballo), unas veces por su tendencia a avasallo para conseguir sus tozudos propósitos, otras por su ego desbocado.

Issur Danielovitch vino a este mundo en Amsterdam, una pequeña ciudad del estado de Nueva York. Era el único varón de los siete hijos de una pareja de judíos bielorrusos, Herschel Danielovitch y Bryna Sanglel, emigrantes que llegaron a Estados Unidos escapando de los ataques contra los judíos en su país de origen. Y se encontraron con que no todo el mundo los recibía con los brazos abiertos. Herschel recogía comida y muebles viejos por las calles para mantener a su familia. "Pasábamos hambre", reconocía Douglas, que tuvo en las calles una escuela exigente y provechosa.

"Quise ser actor desde que era un niño de segundo curso. Hice una obra, mi madre hizo un delantal negro, y yo interpreté a un zapatero. Después de la actuación, mi padre me dio mi primer 'Oscar': un helado de cucurucho", recordó el actor. Bendito helado.

Fue camarero, jardinero, conserje y luchador profesional para poder pagarse los estudios. Una beca le llevó a la Academia Norteamericana de Arte Dramático, donde coincidió con Betty Joan Perske, la futura Lauren Bacall, quien le recomendó para un papel cuando un herido Douglas volvió de la Segunda Guerra Mundial. "El extraño amor de Martha Ivers" (1946), brillante joya de cine negro, fue el principio. Se convirtió en una de las estrellas más cotizadas pero siempre mantuvo los pies en el suelo: "Siempre les he dicho a mis hijos que ellos no han tenido la ventaja de haber nacido en la miserable pobreza".

Douglas, que fumó dos cajetillas diarias durante cuarenta años, fue candidato al "Oscar" tres veces pero no tuvo uno hasta 1996. Y era honorífico. Su primera nominación le llegó con la dramática historia de boxeo "El ídolo de barro" (1949). Luego, con "Cautivos del mal" (1952). "El loco del pelo rojo" (1956), encarnando al pintor Vincent Van Gogh, le dio la tercera oportunidad, pero se lo birló Yul Brynner con "El rey y yo". Douglas, con 79 años, recogió de manos de Spielberg el "Oscar" honorífico sin rencor, apenas dos semanas después de haber sufrido una trombosis que le dañó el habla y le paralizó su lado izquierdo. Cinco años antes sobrevivió a un accidente de helicóptero que le obligó a estar en cama durante cuatro años con grandes dolores de espalda. Amigo y colega del gran Burt Lancaster (con quien hizo siete películas), ambos protagonizaron en 1958 uno de los momentos más descacharrantes de los "Oscar" riéndose de los nominados sin recato.

Las décadas de los 50 y 70 conocieron a un Douglas en todo su esplendor, capaz de rodar melodramas elegantes como "Un extraño en mi vida" y "Dos semanas en otra ciudad", westerns crepusculares como "El último atardecer" y "Los valientes andan solos" o cintas de ásperas hechuras políticas como "Siete días de mayo". En 1963 triunfó en Broadway con "Alguien voló sobre el nido del cuco". Intentó llevarla al cine pero no consiguió el dinero, y se la pasó a su hijo Michael. A partir de "El día de los tramposos" (1970) cuesta destacar algún título de su filmografía, ni siquiera los que él mismo dirigió sin acierto. Incluso su trabajo con el gran Stanley Donen ("Saturno 3", 1980) fue un fiasco cósmico.

En el plano sentimental, Douglas tuvo relaciones (confirmadas) con Marlene Dietrich, Joan Crawford, Debbie Reynolds, Terry Moore, Gene Tierney, Rita Hayworth, Ana María Pierangeli o Patricia Neal. Se casó con Diana Dill (1943-1950), con la que tuvo dos hijos: Michael y Joel Andre. En 1954 contrajo matrimonio con con Anne Buydens con la que tuvo otros dos hijos: Peter y Eric Anthony, quien murió de sobredosis en 2004. Ella, de cien años, le sobrevive. "La amo", decía sobre su mujer, "me ha dado la estabilidad en un mundo de locos".

Con 97 años, Douglas volvió a ponerse en pie y gritar: "¡Yo soy Espartaco!". Lo hizo en un libro para dar su (discutida) versión de como se enfrentó a las hordas ultraconservadoras de Hollywood al escoger como guionista a Dalton Trumbo, uno de los autores más perseguidos durante la caza de brujas promovida por el siniestro senador Joseph McCarthy.

Douglas, definido por el propio Trumbo como "el hombre que corría tanto describiendo unos círculos tan pequeños que tropezaba con su propio rastro", fundó su propia productora Bryna (el nombre de su madre) para tener los planos libres. Y empuñó la espada de "Espartaco" tras combatir en los "Senderos de gloria".

"Para mí y mis hermanos Joel y Peter, era simplemente un padre, para Catherine, un maravilloso suegro, para sus nietos y bisnietos, su querido abuelo, y para su esposa Anne, un maravilloso marido", afirmó ayer su hijo Michael Douglas. Catherine Zeta-Jones también se despidió de su suegro: "Te querré por el resto de mi vida. Ya te echo de menos. Duerme profundamente". "Kirk conservó su carisma de estrella de cine hasta el final de su maravillosa vida y me siento honrado de haber sido una pequeña parte de sus últimos 45 años", dijo Steven Spielberg.

El humorista Marc Maron puso el punto jocoso. "Hemos perdido a otro demasiado joven. Descanse en paz", tuiteó. Seguro que el hijo del trapero soltaría una gran carcajada al leerlo. ¡Por Odín!

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