Los comienzos de la maratón, la carrera de 42,2 kilómetros, no pudieron ser más desmoralizadores. Según la historia que contó Luciano de Samosata, Filípides, el corredor, corrió desde Maratón a Atenas para comunicar a los arcontes la victoria sobre los persas. Fue llegar, soltar el anuncio y exhalar su último suspiro. Suficiente para disuadir a cualquier. Sin embargo, cada vez hay más gente que se entrena, prepara e incluso vive para correr maratones. Todo forma parte de esa pasión por el atletismo que se ha desatado en los últimos años, que no es algo intrínsecamente malo, pero hace preguntarse si muchas personas no están poniendo en riesgo la salud a fuerza de tratar de extender los límites de su cuerpo. Posiblemente no haya una prueba más emblemática, por dura y exigente. Una vez superado el listón de la media maratón (21 kilómetros), todo aficionado que se precie apunta a ella. Y sí, es posible, aunque respetándola.

Para romper mitos sobre esta prueba, nada mejor que recurrir a quienes la llevan practicando desde hace años, como el ovetense Josema Díaz, de 52 años, que lleva seis a sus espaldas. El primer mito que se cae es el de la edad. Es una carrera en la que se gana con la experiencia. "La corre gente de hasta ochenta y pico años. A partir de los cuarenta es la mejor edad. Cuanto más maduro, más resistencia", asegura Díaz. Y más compromiso. "Ves a muchos jóvenes que dicen: ´Entrenar, ¿para qué?´, y luego se quedan desfondados". Preparar una maratón requiere un entrenamiento continuo previo a la carrera de entre catorce y dieciocho semanas, a razón de un mínimo de cuatro entrenamientos semanales. "Hablamos de que, para preparar bien una maratón se debe haber corrido previamente 800 o 1.000 kilómetros", advierte.

Estamos hablando de un esfuerzo que puede poner en riesgo la salud. Por tanto, "lo primero que se debe hacer es realizar un chequeo médico o una prueba de esfuerzo, que cuesta unos 120 euros", para descartar cualquier enfermedad congénita. "Además, conoceremos mejor nuestro rendimiento", añade Josema Díaz. Este funcionario asegura que correr una maratón "es cuestión de proponérselo, de fuerza de voluntad. Nace con uno". Una vez hecho el examen médico, lo siguiente más importante son las zapatillas. "Cada uno tiene su pisada, por lo que debe elegir la zapatilla que le va bien. Debe tener una amortiguación alta, son 23.000 o 24.000 impactos en la rodilla", aclara.

Abelardo Otero, vecino de Lugones de 44 años, está preparando la maratón de Chicago, que será el 7 de octubre. "Tengo un plan de 16 semanas, con seis entrenamientos a la semana. Hago unos 90 o 100 kilómetros semanas, entre 14 y 22 al día, con una tirada larga de 30 kilómetros. Vas metiendo progresión", asegura. El objetivo, bajar de tres horas y cuarto.

Ser fumador no es en absoluto recomendable, ni para correr, ni para nada, pero alguno de los que corren maratones ahora fueron fumadores en su día. Los hay que, sin ser fumadores, tienen un estanco, como el ovetense Luis Vélez, de 43 años, que está preparando la maratón de Bruselas, que será el mes que viene. "Yo no embizco a nadie", aclara este corredor que ha hecho ultramaratones de montaña. Para Bruselas está corriendo 4 o 5 días a la semana, 12 o 14 kilómetros diarios, con una tirada larga de 28 kilómetros. Ronda las tres horas, lo que significa correr cada kilómetro en cuatro minutos 15 segundos.

Para hacer todo este esfuerzo es necesario cuidar la alimentación, explica Vélez. "Se trata de no comer muchas grasas. Y los días previos, hacer una carga de hidratos, pasta arroz, pizza... Y los tres días antes, la hidratación es importante", añade.

Valentín Bernardos Ronquillo, vecino de Lugones de 48 años, ha preparado a algunos de los anteriores. Lleva 11 maratones a las espaldas, y otras pruebas duras, como la Travesera de Picos. Los prepara en 14 semanas, a razón de 4 o 5 días semanales, unos 10-15 kilómetros diarios, elevando durante el fin de semana a 20, 25 o 30. "La clave para correrla es tener ilusión y ganas de correr", dice. Los maratonianos no pueden desatender el trabajo de fuerza en el gimnasio: trabajar piernas , cuádriceps, isquiotibiales, tobillos, abductores, abdominales. "La zona de arriba tiene que estar fuerte para evitar lesiones por la descompensación", explica Otero.

Cualquier preparación es poca para poder superar "el muro" que se levanta a partir del kilómetro 30 de la carrera, cuando se han agotado las reservas. "Es importante en esos momentos pensar en algo positivo, algo del trabajo, las vacaciones, los hijos..., sacar de ahí la fuerza para seguir", dicen.

Otro adicto a los ultramaratones es Jorge Truchero, de 45 años. "Cuanta más distancia, más psicológica es la carrera", asegura. Pero todo esto, ¿para qué? Lo explica José Luis "Michi" Fernández, 43 años, de Lugones: "Es como una droga, te ayuda a evadirte de los problemas diarios". Y Truchero remacha: "A mí me llaman loco porque me gasto 150 euros en unas zapatillas, pero sales saturado del trabajo, corres y relajas". Pues bien ésta.