Eliminar los piojos es tarea tediosa. "Nada acaba con las liendres", sostienen Marieta Vicario y Alba García, titulares de sendos negocios en Oviedo y Gijón para luchar contra esta epidemia que alcanza a bebés y octogenarios. "Tenemos brotes constantemente, pero el de ahora mismo es grave. La realidad es que tenemos piojos todos el año", reconocen amabas profesionales antes de advertir que el único tratamiento posible es "manual y con aspiración, no hay productos de farmacia", coinciden ambas. El problema actual, advierten, es que el piojo se ha hecho resistente a todo tipo de productos químicos. "Cada vez nos encontramos más gente adulta afectada", indican.

La realidad es que ahora son más resistentes que nunca. Lo certifica un informe del Centro de Entomología Médica, Investigación y Desarrollo de Insectos Limitados de Cambridge. Los colegios asturiano han hecho llegar a las familias decenas de circulares desde principio de curso, pero la infección por estos parásitos llega a todos los ámbitos. Sin importar las circunstancias de cada uno. "Es un bicho muy listo, va a lo limpio", destaca Alba García.

Pero hay buenas noticias: aunque cada sea más difícil combatirlos, sí se puede ganar la batalla. Sólo hay que saber cómo. "Lo primero hay que revisar las cabezas de todos los miembros de la familia cuando hay un persona infectada", aconseja Alba García. "También es muy importante pasar la lendrera dos veces por semana", agrega Marieta Vicario. Conviene aceptar que, como todos los seres vivos, el piojo se ha convertido en un especimen más fuerte y resistente a los tratamientos convencionales, y la causa más frecuente es el mal uso de pediculicidas -los champús y lociones-, que favorece la supervivencia de los más resistentes.

Hay que tener en cuenta que son probablemente uno de los parásitos más antiguos de la humanidad. Dependen del factor humano para sobrevivir, por lo que no es extraño que, a lo largo de los siglos, hayan desarrollado estrategias que les permitan subsistir.

Pero, ¿cómo acabar con ellos?

"Los abuelos son los que pasan ahora más tiempo con los niños, hay que revisar las cabeza" -plantean las especialistas- "y desinfectar la casa" en cuanto se tenga constancia de la presencia de estos diminutos y persistentes insectos.

En la comunidad educativa, coinciden Marieta Vicario y Alba García, han encontrado colaboración. Ellas se ofrecen a dar charlas con padres y docentes. Otros, aunque son los menos, no reconocen el problema. La clave, cuando llega la temporada de invierno, consiste en evitar que los niños compartan gorros y orejeras, para evitar el contagio. "Y tener precaución en los parques, en los cascos que ofrecen en las pistas de patinaje sobre hielo que se instalan con motivo de las fiestas navideñas", agregan.

La infección por piojos también es más habitual en niñas. Las largas melenas no contribuyen a mejorar las cifras actuales de contagio. "También hay casos", apunta Alba García, que usan para tratar de matar al piojo una mezcla de Listerine y vinagre de la que se habla en foros de internet. "Que nadie haga uso de ello, causa unas quemaduras tremendas", advierte.

Actividades extraescolares, como gimnasia rítmica, también son lugar habitual de contagio entre los menores. "Muchas familias no se dan cuenta de la infección que hay, y va en aumento. Hay gente que desgraciadamente ya convive con el piojo de forma habitual", lamentan ambas profesionales. "Que no lleven a los niños al colegio en cuanto tengan una mínima evidencia de piojos", concluyen.