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Las buenas recetas que deben salir de la farmacia

Perder peso, combatir la caída del pelo o la astenia primaveral pueden afrontarse mejor con pautas alimenticias y la educación nutricional que ofrecen los boticarios

La figura del nutricionista es la primera en la que todos pensamos cuando, ya sea por prescripción medica o por estética, buscamos una pérdida de peso. Nadie lo duda. Pero lo cierto es que si el motivo de buscar esa pérdida de peso es por prescripción médica, ahí entra en juego la figura del boticario. Porque si los pacientes buscan a un sanitario accesible, cercano, cuya asistencia no requiere cita previa ni cobra por sus consejos de salud, eso lo encuentran en el boticario.

En esas conversaciones que surgen en el mostrador de cualquier farmacia cada mañana es donde muchas veces descubrimos que la raíz del problema por el que un paciente acude a nosotros está en su alimentación.

Sin ir mas lejos, la estación que atravesamos, el otoño, suele acarrear problemas de caída de pelo. Sí. Todos los años con la vuelta al cole volvemos a perder cabello igual que en primavera ocurre el fenómeno que todos conocemos de la astenia primaveral que se traduce en cansacio y falta de energía. En ambos casos la primera medida a adoptar sería la de conocer el patrón dietético de ese paciente, porque ambos problemas están relacionados con una baja ingesta de ciertos minerales y vitaminas.

Desde la farmacia podemos aconsejar suplementos vitamínicos que ayuden a frenar esa caída o esa falta de vitalidad pero ese tratamiento será mas eficaz si logramos que el paciente incluya en su patrón de dieta el hierro, el zinc y el selenio entre otros minerales cuya ausencia guarda relación con la caída del pelo, o determinadas vitaminas especialmente del grupo B si el paciente refiere falta de energía, cansancio, etc.

Estos son solo pequeños ejemplos de la importancia de la dieta en nuestra salud que afloran en consultas cotidianas del dia a dia de un boticario. Pero, por supuesto, la dieta también influye en otros menesteres mas serios. Con la pandemia que estamos atravesando es fundamental tener un sistema inmune a prueba de bomba y para ello nuestra dieta debe ser lo mas variada y equilibrada posible. Según mi punto de vista debería seguir un patrón mediterráneo donde abunde el Omega3 que nos proporciona nuestro tan cotizado aceite de oliva virgen extra y los frutos secos, entre otras fuentes, sin descuidar la ingesta de legumbre y los cereales, preferiblemente integrales, priorizando el cosumo de pescado, huevos y carne de ave, las verduras, frutas y las hortalizas.

La dieta es la primera medida para ganar en salud

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Todos estamos expuestos al covid pero unos más que otros. Sin duda, los que sigan estas recomendaciones y no descuiden las cantidades apropiadas tendrán mejor sistema inmune y mejor salud en general que aquellos que lleven una vida nutricionalmente más desordenada. Parece haber cada mas evidencia, por cierto, al respecto de que la suplementación de vitamina D, especialmente en Asturias y zonas poco soleadas, nos proporciona también mayor protección.

¿Hay relación medicamento-alimento? Desde mi punto de vista, mucha… muchísima. La dieta es la primera medida para ganar salud. No olvidemos que además muchos farmacéuticos tenemos la doble licenciatura en farmacia y nutrición, lo cual nos da una visión mas amplia de la enorme relación existente alimentación-salud. En muchos casos somos el agente sanitario ideal para indicar las pautas dietéticas mas apropiadas a un determinado paciente, puesto que conocemos sus tratamientos farmacológicos y por tanto sabemos si es diabético, hipertenso, etc.

Cada mañana las farmacias españolas dispensan en sus oficinas un sinfín de hipoglucemiantes orales que serían muchísimo más eficaces acompañados de una dieta adecuada o al menos de unas recomendaciones nutricionales. No solo conseguiríamos mejorar el estado de salud de la persona sino reducir el gasto sanitario que el estado destina al tratamiento de esos diabéticos, hipertensos u otras patologías estrechamente ligadas a la alimentación.

Además, en las farmacias de barrio o de los pueblos conocemos antecedentes familiares, situación de vida y otras circunstancias que rodean al paciente, las cuales permiten adecuar aun más esa dieta.

Imagine una chica joven con un ligero sobrepeso de la que además sabemos que trabaja a turnos en un supermercado, por lo que debemos “ afinar” ya que la semana que trabaja por las tardes cenará pasadas las 23 de la noche y no está dispuesta a preparar ese salteado de setas y pulpo con media cucharadita de aceite de oliva que sí que puede ser la cena ideal para esa pareja de recién casados que llegan a su casa a las 19 horas y disfrutan cocinando juntos la cena de dieta.

Si a eso se le suma que la chica es hija de un paciente tuyo que sabes que es diabético, hipertenso y sufre obesidad grado I y tiene un colesterol por las nubes, pues sabrás aún con mayor certeza que esa chica es carne de cañón para nosotros, que como sanitarios debemos evitar que siga los pasos de su padre ya que la genética en estos casos cuenta y mucho.

Es aquí donde nos diferenciamos. Si somos su farmacia -y muchas veces también la de su familia- sabemos de qué pelo es el animal, y ateniéndonos a sus antecedentes podemos contribuir a que la especie mejore trabajando en ese cambio de habitos tan importante del que siempre hablamos.

Y por si fuera poco, lo que aportamos los farmacéuticos al campo de la nutrición es que formamos una red de 22.000 farmacias que ni el covid logró tumbar. Ahí nos mantuvimos fuertes garantizando el acceso al medicamento, esencia de nuestra profesión, de todos los españoles con independencia de si vivían en Pola de Allande, Salas, Gijon o Ribadesella.

Esa sólida red que ha demostrado estar perfectamente coordinada en situaciones tan extremas como la que estamos atravesando tiene un potencial enorme que debemos explotar porque igual que lleva el medicamento a cada rincón puede también llevar la educación nutricional en forma de servicio profesional. Porque los farmacéuticos además de dispensar el medicamento tenemos el deber de educar en materia sanitaria a la población y la correcta alimentación esta dentro de esa educación. Si la sanidad es universal, la educación nutricional también lo es.

Si quiere saber cómo ayudar a su sistema inmune o cómo alimentarse de manera adecuada: consulte a su farmacéutico.

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