Ha sido “horrible, perdimos a muchas personas muy queridas”, asegura la casi centenaria Isabel García. Pero, “creo que hemos vencido”, remarca después Francisco Rodríguez, de 88. La residencia de mayores de Grado se convirtió en la “zona cero” de los geriátricos asturianos en la primera ola de la pandemia, que se cobró una treintena de vidas en ese centro. Ahora, casi un año después –el 18 de marzo registraron el primer fallecimiento–, sus residentes aseguran que son “felices, felices”, que están “más tranquilos” desde que los Reyes les trajeron las vacunas –les pusieron la primera dosis el 6 de enero–, pero que tienen “muchas ganas” de que se levante el confinamiento para salir y abrazar a sus familias.
