Cuando en 2009 le detectaron un cáncer, Rosa Fernández Rubio estaba a punto de iniciar una nueva expedición para escalar un ochomil. «Sentí que me cortaban las alas porque estaba en un momento diez. Tenía patrocinadores, estaba todo preparado y solo tenía que preocuparme por entrenar», recuerda. El proyecto quedó aparcado y la alpinista asturiana –quien ha coronado seis de las catorce montañas de más de 8.000 metros del planeta, incluido el monte Everest– decidió poner el reloj a cero. «Deposité mi confianza en el equipo médico y me enfrenté al cáncer como si fuera una montaña. Una montaña que no había elegido y que desconocía, pero que al final me hizo más fuerte», explica.