Las limpiezas que requiere una casa son innumerables y para no perderse ni una, sería imprescindible organizarse. Por ejemplo, puede ser útil dividir los ordinarios por días, dedicando uno al baño, otro a quitar el polvo, otro a lavar la ropa o el suelo.

En esta planificación, sin embargo, debemos pensar también en los extras, reservando un día a la semana, en rotación, para esas limpiezas menos frecuentes y a menudo más tediosas. Por ejemplo, una vez podríamos limpiar y reorganizar el armario/armario, otra vez podríamos lavar las cortinas/alfombras, y otra vez podríamos dedicarnos a limpiar las juntas del suelo y las baldosas.