Mientras unos viajeros piden información, a las puertas del recinto impacta el primer proyectil. Instantes después, el siguiente. Esta vez en el andén de la estación ferroviaria. Estamos en Kramatorsk, en el nordeste de Ucrania. Pánico y gritos con víctimas en el suelo y cerca de 4 mil personas que trataban de huir de la ciudad y ahora buscan refugio desesperadamente. Hay al menos 52 muertos, 5 de ellos niños. Es la última matanza de civiles documentada hasta la fecha de la que Rusia niega su autoría. Su ministro de Defensa dice que se ha llevado a cabo con misiles Tochka, de origen soviético, que solo usa, afirma, el ejército de Ucrania. Mientras que Kiev señala a Moscú y el mensaje en ruso "por nuestros niños" en uno de los proyectiles. El presidente Zelenski, hoy con el canciller austríaco, pide a la comunidad internacional una respuesta global firme a este "crimen de guerra". Estados Unidos habla de otra horrible atrocidad de Rusia contra civiles que será investigada. La fiscal general ucraniana asegura que hay más de 4.000 procesos abiertos. Desde Bucha y Borodianka, entre otras, hasta Hostomel, con cerca de 400 desaparecidos por el ejército ruso, que califica todo como un montaje. El Pentágono calcula que Moscú habría perdido entre el 15 y 20 por ciento de su poder de combate y estaría buscando movilizar a otros 60 mil militares para reforzar sus ataques en el Donbás.