Ucrania necesita más que nunca las armas de Occidente para poder lanzar ataques como el que vemos. El objetivo es frenar a las tropas rusas que se dirigen hacia el este y el sur del país, las zonas donde va a decidirse esta guerra. Sin renunciar a los sabotajes y las emboscadas, Kiev pretende pasar a una nueva fase más ofensiva para desmoralizar al enemigo, al que dicen ya han causado veinte mil bajas. Se intenta, a la vez, mantener lo más alta posible la moral de sus agotados hombres. El ejército ruso, por su parte, continúa bombardeando la segunda ciudad del país, Járkov. Y sigue combatiendo a los últimos focos de resistencia en Mariúpol. La televisión del Kremlin muestra a parte de los más de 1.000 militares ucranianos que asegura se han rendido allí. Mientras, los civiles que están aún atrapados, como esta mujer, no dejan de preguntarse el porqué de tanto ensañamiento con su ciudad.