Casi como si volviera el toque de queda. Madrid centro, noche de san Isidro. Hora clave, las 12, cierre de los bares. Pero tranquilidad casi absoluta. Entre los que se han ido y la presencia policial, mucho más numerosa, mucho más disuasoria. "Normal. Entendible", nos asegura un joven. "Bueno, a ver... Entendible... Yo digo entendible pero no me hace gracia", añade su amigo. "Creo que hay que dejar a la gente vivir, pero obviamente es normal que haya seguridad y control sobre el asunto", reconoce otro chaval. Y ante nuestra pregunta de si todavía les da miedo que haya COVID, la respuesta, contundente: "Sí, siempre da miedo". También en los destinos turísticos se impone la prudencia. Como en Canarias. "El comportamiento en general está siendo bastante positivo por parte de los ciudadanos. Esperábamos que iban a incumplir más. Así que está muy bien, es de agradecer", nos confirma Roberto Aparicio, oficial de la policía canaria. Situación calcada, en Benidorm. Ahí sí, con toque de queda. "Venimos de otra comunidad, de Castilla-La Mancha, y desconocíamos que había toque de queda", nos cuenta un matrimonio al que acaban de advertir. "Hacemos prevención más que sancionar", nos explica Marisa Lago, jefa del servicio de la Policía Local del municipio alicantino. "Estamos muy encima de que se cumpla todo para que sea una ciudad tranquila y segura". "La gente, además, se marcha cuando decimos que no vamos a servir más", nos apunta un hostelero. "Estamos haciendo todo posible para que se respete el distanciamiento, que la gente tenga la mascarilla puesta para que en futuras ocasiones no nos manden otra vez para atrás", subraya el encargado de un bar. Una noche rematada con pocas llamadas por fiestas en domicilios. Veremos si el listón no baja.