El debate no ha quedado solo en la cuestión energética. También el Senado ha sido escenario de la confrontación política más clásica. Con sus acusaciones y sus reproches. Llegaba Feijóo con la mano tendida agarrando sus propuestas para afrontar la crisis energética. Pero el presidente del Gobierno no las recoge porque, a su juicio, no representan los intereses generales. Y de ahí al cuerpo a cuerpo, echandose a la cara incoherencias, errores y improvisaciones.
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