Entre cánticos de la afición rojiblanca de “Asturias es rojiblanca”, “carbayón el que no bote” y varios insultos, el autocar del Oviedo accedió a El Molinón casi dos horas antes del inicio del partido. Los cristales del vehículo, tambaleándose. No por aficionados rivales, sino por la propia expedición azul. Hasta Ziganda golpeó los cristales de su asiento como respuesta al ensordecedor ambiente creado por el sportinguismo. Puro derbi.