Granizos del tamaño de caramelos y una estampa más propia de navidades que de plena primavera. Es la situación que vivieron, de forma repentina, los vecinos del pueblo de Varé en la tarde del pasado domingo, cuando la tormenta y la intensa pedriscada cubrieron prados y tejados cubiertos de un manto blanco que dejó al vecindario con la boca abierta.