Los insecticidas han hecho resistentes a estos parásitos milimétrico y verlos campar por el transporte público de París o por asientos de cines y teatros ha provocado el pánico. De su escondite favorito en colchones de particulares, pero también de hoteles, los chinches han saltado a la Asamblea Nacional. La primera ministra francesa reconoce el calvario de los que tienen en su casa al enemigo que de noche se alimenta de sangre humana. La izquierda de Francia Insumisa exige un servicio público y gratuito de desinfestación. Porque el cálculo de uno de cada 10 hogares franceses con chinches es, dicen, es un n problema de salud pública. En Paris, los técnicos de control de plagas como Lucas no dan abasto con una carga de trabajo enorme. Entre 800 y 1000 euros cuesta esta limpieza profesional con vapor. El gobierno promete una respuesta rápida y eficaz. En Marsella ya hay por chinches un colegio cerrado.