Luz verde a la restauración de Santa María de La Lloraza, la joya herida del Románico de Villaviciosa

La actuación incluye la reposición de la cubierta del templo de la parroquia de Oles, en riesgo de venirse abajo

La iglesia de Santa Eulalia de La Lloraza.

La iglesia de Santa Eulalia de La Lloraza. / J. A. O.

J. A. O.

Buenas noticias para una de las joyas del Románico maliayés. El Consejo del Patrimonio Cultural de Asturias, presidido por la consejera Berta Piñán, ha aprobado este martes el proyecto de restauración de la iglesia de Santa Eulalia de La Lloraza, en la parroquia de Oles. Los trámites para la licitación de la obra, que supondrá una inversión de 142.000 euros, ya están en marcha.

Santa Eulalia La Lloraza se erigió en la primera mitad del siglo XIII y fue declarada Bien de Interés Cultural (BIC) en 1960. El proyecto de restauración, redactado por el arquitecto Carlos Marqués, plantea trabajos de estabilización de los muros, la implantación de una nueva estructura de cubierta en el pórtico y la reposición de la cubierta de la nave de la iglesia, la cabecera y la sacristía. También incluye el plan la limpieza de todos los muros de sillería y mampostería, así como la consolidación y nivelación de la cornisa del tejaroz, situada sobre la portada románica. Igualmente, se habilitará un nuevo sistema de drenaje perimetral.

Según han detectado los técnicos de Cultura, el templo presenta en la actualidad problemas de grietas en puntos concretos como el muro este, a la izquierda del arco del triunfo, y en el encuentro del muro de cabecera con el muro norte y la bóveda en esquina noreste, así como en el muro testero este. Los técnicos han apreciado daños, además, en el tejaroz de la portada románica y abombamientos en la fábrica de mampostería de los muros norte y oeste del cabildo. La estructura de la cubierta del pórtico presenta deterioro derivado de la carcoma, que ocasiona deformaciones y un desnivel pronunciado en las vigas de madera.

Ante la complicada situación de esta joya del Románico local, el Pleno del Ayuntamiento en 2022 una propuesta del alcalde, el socialista Alejandro Vega, en la que se reclama una actuación urgente para evitar daños irreparables en la iglesia con cargo a los presupuestos regionales de 2023.

Otro de los templos románicos para los que Villaviciosa reclama atención preferente es San Andrés de Valdebárcena, iglesia rural que destaca por su riqueza decorativa y que es monumento nacional desde 1965. En este caso, los estudios ya realizados en la edificación –consagrada en el año 1189, según consta en un una inscripción que se conserva en su muro meridional– estiman necesario llevar a cabo un tratamiento de las importantes humedades que hay en la portada que linda con la esquina sur. También sería necesario la restauración de buena parte del suelo del interior, ya que se ha detectado madera podrida que puede resultar peligrosa. Un simple vistazo al exterior de esta iglesia basta para comprobar que tampoco estaría de más la mejora de la cubierta, bastante deteriorada, o la reposición de los cierres que en su momento se colocaron en los ventanales para evitar el acceso de pájaros al interior.

Santa María de Sebrayu es la tercera de las iglesias que se citan en el acuerdo plenario para ser objeto de obras de mejora en el corto plazo. Erigido hacia el año 1200, el templo sufrió un derrumbe en 2013, momento en el que los vecinos temieron por el colapso total de la construcción. En 2014 se ejecutaron unos trabajos de conservación de la cubierta que, a juicio del Consistorio, deberían tener continuidad cuanto antes. También se echa de menos la señalización para llegar al templo, ya que se encuentra fuera del caserío de Sebrayu, a un paso del Camino de Santiago y a escasa distancia de un albergue de peregrinos. El acceso tanto peatonal como para automóviles también está en bastante mal estado.

La intención del Gobierno maliayés para garantizar la conservación de sus iglesias románicas, uno de los grandes referentes turísticos del concejo y de la Comarca de la Sidra en su conjunto, pasa porque el Principado redacte un plan director específico en el que, a partir de un diagnóstico individualizado, marque un calendario de intervenciones en función de las prioridades y una memoria económica con la correspondiente asignación de fondos.