Adiós a un negocio histórico de Villaviciosa: cierra Casa Jaime tras seis décadas de actividad

"Mis padres vinieron a hacer inventario al día siguiente de casarse y esta calle fue mi parque de juegos", afirma el propietario, Jaime Figaredo

Las estanterías de Casa Jaime hace días que no rebosan de productos, la fruta fresca es cada vez más escasa y los embutidos que antes colgaban del techo ya se han terminado. De su presencia tan solo se mantienen los carteles con el precio. Son los vestigios de una historia que está a punto de acabar, pero que sigue latente en este pequeño local de la plaza Carlos I de Villaviciosa. La tienda de ultramarinos cerrará sus puertas en los próximos días, poniendo fin a una trayectoria de 63 años que iniciaron en 1961 Jaime Figaredo y su mujer, Mari Gloria, y que en los últimos años continuó uno de sus hijos.

"Mis padres se casaron y al día siguiente vinieron a hacer inventario a la tienda, esa fue su luna de miel", relata Jaime hijo. A sus 62 años le es imposible mirar al pasado sin que un sinfín de recuerdos ligados a la tienda le vengan a la mente. Él nació ahí, entre las paredes de un inmueble que durante cinco años fue su hogar. Posteriormente, se mudaron, pero tanto él como sus hermanos siguieron pasando gran parte de su vida entre cajas, fruta, leche y todos aquellos productos que llenaban las estanterías.

En aquellos años los embutidos compartían espacio con les madreñes y la leche que les enviaban distintos ganaderos locales. "Los domingos teníamos que poner un mostrador a la puerta porque nadie podía entrar y solo se permitía vender leche y pan", recuerda. En su mejor época, llegaron a vender más de 300 litros de leche diarios y recibir a 150 clientes de media.

Eran otros tiempos. "Toda la vida de Villaviciosa se hacía en esta zona. Llego a haber once tiendas de alimentación, telégrafo, parada de taxi y autobús...", recuerda Jaime, para quien la calle que discurría por delante de la tienda de sus padres era un parque de juegos. No es raro, por tanto, que fuera él quien se hiciese cargo del ultramarino tras la jubilación de sus progenotores. Un trabajo en el que contó con el apoyo de su mujer, Mari Paz García.

Ambos trabajaron durante dieciséis años para mantener el negocio en pie. Incluso sus hijas, Elena y Cristina, siguieron los pasos del padre y se criaron entre las paredes de la tienda. "Antes, a la gente mayor le gustaba tener la despensa llena. Venían y compraban de todo porque lo habían pasado mal, y para ellos tener comida en casa era muy importante", opina García. Nada que ver con la mentalidad que hay ahora. "Eso a los hijos les parece raro", comenta.

La apertura de grandes supermercados y los cambios en el consumo son, precisamente, una de las razones de que hayan decidido cerrar el negocio. "Económicamente, sufres mucho", reconocen. Por suerte, "éramos especialistas en faba, y en todos los productos que se utilizan para hacerlas. Eso fue lo que nos dio vida. Mandábamos a Madrid, Málaga, Valencia, Canarias...", subraya.

Hace unos meses surgió una oportunidad que no pudieron rechazar y decidieron tomar la decisión que tanto tiempo llevaban postergando, cerrar Casa Jaime, aunque el local seguirá en manos de la familia. En concreto, en las de un hermano del dueño. "Nos da mucha pena porque tenemos clientes de toda la vida que se han convertido en amigos. Hay gente que estos días no quería entrar a la tienda por pena; también hemos llorado con algunos", reconoce. Por suerte, el matrimonio reside en Villaviciosa, por lo que "nos seguiremos viendo". Eso sí, no será entre las paredes de un negocio que formó y seguirá formando parte de la historia de la capital maliayesa.