Beneyto, del Ateneo de la Prosperidad al de Villaviciosa: historia de un referente de la cooperación vecinal

Vivió y fue parte del germen de la movida madrileña y llegó hace años al concejo, donde impulsó la recuperación de los cabezudos de Amandi

José Miguel Beneyto, con los cabezudos de Amandi que ayudó a restaurar. | A. G.- O.

José Miguel Beneyto, con los cabezudos de Amandi que ayudó a restaurar. | A. G.- O.

Quienes tuvieron la oportunidad de vivir el germen de la movida madrileña en primera persona aún recuerdan el papel fundamental que jugó el conocido Ateneo Politécnico de la Prosperidad. El inmueble se convirtió a finales de los setenta del siglo XX en punto de encuentro de jóvenes con ansias de libertad que encontraron en la cultura una vía de escape a un país todavía envuelto en la represión franquista. En el epicentro de esa vorágine de grupos de música y teatro, de activistas y visionarios se encontraba José Miguel Beneyto. El actual vicepresidente del Ateneo Obrero de Villaviciosa fue durante varios años director del centro cultural. "Fueron años muy intensos, de ahí salió casi todo. Recuerdo que Gloria Fuertes siempre decía que ojalá hubiese un Ateneo así en cada ciudad", rememora.

Beneyto es un fiel defensor del asociacionismo, como demuestra cada día con su trabajo altruista por Villaviciosa. Suya es, por ejemplo, la restauración de los populares cabezudos de Amandi. "Soy de los que piensa que cuanto más asociacionismo, mejor va la vida. Es fundamental que haya colaboración. En el caso del Ateneo Obrero su fuerza son sus 1.200 socios, si sobrevive es por ellos", destaca.

El madrileño sabe bien la importancia que puede tener un movimiento vecinal y cultural. Los cuatro años que el Ateneo de Madrid estuvo activo no fueron para nada un camino de rosas. Todo comenzó en 1974 en la calle Suero de Quiñones, en un antiguo colegio que estaba siendo objeto de un pleito entre herederos. "Había uno de ellos que no lo quería vender y fue quien decidió cederlo a un grupo de gente con inquietudes", explica Beneyto. El inmueble se convirtió pronto en sede de numerosos grupos de música y de la galería El Saco. Fue allí donde Ramoncín dio su primer concierto y donde Gloria Fuertes ofreció diversos recitales. "Vivía al lado y venía a menudo", indica.

Lamentablemente, tan solo dos años después fueron desalojados por las fuerzas armadas en una jornada que llenó páginas de periódicos. Los promotores tuvieron entonces que alquilar un chalet para poder seguir su actividad hasta que finalmente consiguieron el permiso para asentarse en la Escuela de Mandos José Antonio, ubicada en la calle Mantuano. El enorme edificio llegó a albergar una guardería, biblioteca, restaurante... Fue sede de tres grupos de fotografía, dos de danza, siete de teatro y hasta una veintena de grupos de música (Mermelada, Kaka De Luxe, Tos, Zombies...). También mantuvo la galería de arte de la anterior localización, dirigida por Loli Lozano, pareja de Beneyto.

Hasta "Pedro Almodóvar presentó allí su primer corto, porque organizábamos el Festival de Cine Súper 8". "Allí empezó a originarse la movida madrileña. No era solo la música, implicaba teatro, fotografía... Serafín Rojo, el dibujante, expuso dos veces allí; Ricardo Cristóbal también pasaba por allí cuando venía de Nueva York", recuerda.

El centro cultural se regía en asamblea, la cual presidía Beneyto apoyado por Manolo Fau, José Luis Barceló (del grupo Tilburi) y Fernando Luna (de La Romántica Banda Local), entre otros.

Era una época dorada, donde la cultura bullía en todos los rincones. Beneyto decidió entonces incorporarse a un grupo de teatro infantil con los que organizó durante años la cabalgata de Reyes de Madrid, el carnaval, el entierro de la Sardina... Y con los que descubrió su pasión por las máscaras que años después lo llevaría a colaborar en la restauración de los cabezudos de Amandi.

Pero como les había ocurrido unos años antes, su camino volvió a frustrarse. "Al Ayuntamiento comenzó a interesarle el centro y la situación empezó a cambiar. El Ministerio fue poco a poco quitando personal y empezamos a asumir los gastos de luz. En un momento dado nos hicieron entregar las llaves asegurándonos que nos las devolverían, pero no fue así", relata.

El Ateneo de la Prosperidad había llegado a su fin, pero Beneyto continuó colaborando con la compañía de teatro, en la que compartió tiempo con un joven Santiago Segura que por aquel entonces estaba de becario. Posteriormente entró a formar parte de una compañía telefónica y decidió trasladarse a su querida Villaviciosa. Hasta hoy.