El Padre Montoto

Luis Rivaya

Luis Rivaya

Estaba al final de la recta de Cancienes (Corvera), donde se inicia el ascenso hacia el Alto de la Miranda. Pasaban de las diez y media de la noche pero yo insistía en seguir “haciendo dedo” con la esperanza de que algún coche me cogiese y acercase hacia la casa de mis abuelos en Ceceda (Nava), que era donde teníamos la base de nuestro conjunto musical “La Calavera” con el que habíamos venido desde Madrid para actuar, animar y colaborar en las fiestas de Nuestra Sra. del Carmen que en aquel año de 1971 contaban con poco presupuesto.

Desde la Comisión de Fiestas el S.O.S. lo había lanzado Tito Caso que enterado de que tocaba la batería con unos amigos, me llamó para contratarnos por “mil duros” para tocar tres días y tres noches (misa, procesión y ‘vermú dancing’ incluidos). Negocio ruinoso pues sólo venir con la furgoneta de un amigo, Alfonso Ramírez, ya nos costaba ocho mil pesetas y otro tanto devolvernos a la capital de España.

Gracias a viajar en ‘auto-stop’ había llegado hasta Avilés tratando de encontrar algún “bolo”, algún contratillo que nos ayudase a paliar tan perruna situación. Queríamos actuar en la que inimaginablemente se convertiría -como la de Taylor Swift- en nuestra primera gran gira por Asturias. Ya era de noche y apenas había tráfico cuando en sentido contrario, se detuvo frente a mí un Seat 800 (“600” de 4 puertas), cuyo conductor me dijo sin bajarse del vehículo que desistiera ya que sería más fácil a la mañana siguiente. Crucé al otro lado y tras ofrecerme alojamiento accedí a su inesperado ofrecimiento.

Mi sorpresa fue al ver al conductor y descubrir que se trataba de un joven sacerdote que se dirigía a su vivienda ubicada en la Parroquia de San Nicolás de Bari, en Avilés, donde el Padre Montoto me presentó a sus compañeros de piso: Ceferino de Blas (sacerdote y periodista), y un joven organista llamado “Chema” Martínez. Tras una sencilla e improvisada cena aquella noche del 31 de julio -San Ignacio de Loyola- se prolongó hasta cerca de las tres de la madrugada y al final y ya solos, Montoto aprovechó hasta para confesarme.

Pero… ¿Quién es el Padre Montoto? Un hombre nacido en 1940, un 6 de junio, en Caravia que hoy acaba de cumplir sus primeros ochenta y cuatro años que no aparenta. Siendo aún niño su familia se trasladó a Piedras Blancas y más tarde a Avilés en donde estudió Carreño Miranda antes de formarse como sacerdote en el Seminario Metropolitano de Oviedo. En 2018 celebró sus bodas de oro como cura

Creo que su primer destino fue la iglesia en la que dormí aquella noche pues desde su ordenación en 1968, “Monti”, fue coadjutor del párroco Don Ángel Garralda, en San Nicolás. Ello quiere decir que le conocí cuando apenas llevaba tres años ejerciendo un apostolado que cautivaba a la juventud. Un hombre que abría las puertas de su corazón a todos los jóvenes, que se volcaba con ellos y ¡que animaba a todos! Hasta mis compañeros músicos (todos éramos universitarios), me lo reconocieron. El Padre Montoto era una persona que se implicaba absolutamente con todo y que nos maravillaba con su forma de ser.

¿Quién no recuerda la famosa “Misa ye-yé” de dicha parroquia avilesina? José Antonio González Montoto fue incluso capaz de crear “Neocantes”, un grandísimo conjunto folk que en 1973 publicó su primer disco de larga duración (LP.), en GMA, la misma compañía en la que grabábamos nosotros. Y de ahí, lanzados a las listas de éxito con programas de TVE muy importantes presentados por el mismísimo José María Íñigo… No sé si fue santo o milagroso pero de alguna manera, aquél verano del ’71 nos había unido a los dos para siempre. Apenas un día después de aquella noche y repitiendo auto-stop -esta vez desde Cangas de Onís- sufrí un terrible accidente en mi regreso a Ceceda subido en el Seat 850 que me recogió en las inmediaciones del Puente Romano cangués. No pasamos de las malditas curvas que entonces había en Sobrepiedra.

Era el primer día de agosto alrededor de las 22:15 horas. Después del impacto y entre vuelco y vuelco, me decía interiormente: “sigo vivo, Señor, sigo vivo”. El coche quedó con el techo en el asfalto y según me contaron más adelante, inicialmente nos dieron por fallecidos ya que nadie respondía a quienes trataban de auxiliarnos. De los cinco ocupantes sólo dos resultamos heridos. No cabe duda de que había sido milagrosa la confesión de la noche anterior con el Padre Montoto. Si no hubiese sobrevivido, el viaje directo al cielo lo tenía garantizado.

“Monti” ampliaba su formación y vivió por un tiempo en Roma para estudiar en la Universidad Pontificia Gregoriana. Confieso que fue entonces cuando empecé a pensar que tal vez estuviese predestinado a ser Cardenal o quién sabe si futuro Papa al ver cómo le quería y respetaba absolutamente todo el mundo.

Él es y ha sido mi pastor en estos cincuenta y tres años de amistad, verdadera, sincera y fraternal. Pese a la distancia física que nos separó en muchas ocasiones, nunca llegamos a perder el contacto. Venía a Madrid y lo mismo dormía en mi cuarto de soltero -en casa de mis padres- que me tenía de chófer para recogerle en Tres Cantos, Los Negrales o donde pernoctara. El Padre Montoto me casó, bautizó a mis cuatro hijos y ofició el funeral y entierro de mi esposa Maribel.

Desde que le conocí me impresionó su fe indestructible y su forma de ser, su sencillez. También el amor a su familia y muy especialmente a su madre. Recuerdo la celebración de un cumpleaños que les acompañé en abril de 2001. Fue una jornada inolvidable con celebración de la santa misa en Covadonga. Y conozco a muchos de sus amigos con los que mantiene contacto como ha ocurrido conmigo. Es un hombre cercano y muy conocido por toda nuestra geografía por sus cargos y labor pastoral. En Villaviciosa también ha dejado su sello de identidad.

Ha sido fiel bastión de la iglesia asturiana desde sus comienzos como cura con los arzobispos Don Vicente Enrique y Tarancón y Don Gabino Díaz Merchán con quien llegó a ser Profesor-Formador (1972-1978) y posteriormente Rector del Seminario de 1991 á 2002. En 2008 ya era Vicario Episcopal del Sector de la Familia y Defensa de la Vida. Un año después Don Carlos Osoro Sierra le nombra Párroco de Santo Tomás de Cantorbery (Avilés), en donde celebró su 50º aniversario de sacerdocio siendo finalmente nombrado por el actual arzobispo Don Jesús Sanz Montes nuevo Delegado Episcopal del Clero y Director de la Casa Sacerdotal Diocesana.

Creo sinceramente que el Padre Montoto es y ha sido una persona muy querida y respetada tanto por sus superiores como por sus compañeros. Nunca jamás nadie me ha dicho nada raro ni malo de él. Y yo puedo garantizar que con él los milagros existen... En cierta ocasión nos vencía el plazo para efectuar un pago importante que de no realizarlo nos hacía perder todo cuanto habíamos invertido hasta ese momento. Coincidió que “Monti” iba camino de Covadonga y paró a tomar un café en casa. Cuando le contamos la historia nos dijo: “Voy a pedir en la misa por esa intención. Seguro que la Santina nos escucha”. Tres días después apareció el jefe de riesgos de una entidad bancaria para decirnos que no nos preocupásemos de nada. Y así fue y así se lo cuento. ¡Milagro!

El Padre Montoto, empezó con los jóvenes seminaristas y actualmente como director de la Casa Sacerdotal es quien cuida de los sacerdotes mayores, como él mismo dice, “el encargo más bonito de todos los que me han hecho”. Hace tres días ha cumplido 84 años y yo su amigo, católico, devoto de sus enseñanzas y persona agradecida a él por haberme cuidado y sabido mantener en la fe de Cristo desde que nos conocimos, me siento en la obligación de regalarle estas palabras que sé a ciencia cierta que muchos van a leer.

¡¡Felicidades José Antonio!! ¡¡Felicidades Padre Montoto!! Te deseo mucha salud. Y gracias eternas por ser como eres.