"Taxi driver" en Villaviciosa

Luis Rivaya

Luis Rivaya

Muy contento y agradecido por su cordialidad. Sin duda forman un colectivo fuerte y unido en el que nadie levanta la voz por encima de otro. Creo sinceramente que cuantos vivimos en el concejo de Villaviciosa tenemos la suerte inmensa de poder contar con estas catorce personas, con estos catorce vecinos que están permanentemente al servicio de todos nosotros quienes seguramente no somos capaces de apreciar y dar valor al magnífico y serio trabajo que realizan día tras día… y algunos, noche tras noche.

A mediados de esta semana me he acercado hasta la calle Lealtad, que es el punto de encuentro, el “meeting point” como dicen muchos, lugar donde se encuentra la parada de taxis oficial -y única- de Villaviciosa. En ella tengo un buen amigo que desde hace muchos años trabaja con su vehículo. Es Eduardo Aguiloche, que nacido en Cabueñes siempre ha presumido de ser de Cabranes, puesto que fue bautizado en Giranes que es un pueblo de la parroquia de Graméu. Aguiloche inició su andadura laboral en Gijón hasta que hace veintiocho años, en 1996, su vida dio un giro radical tanto a nivel profesional como geográfico.

En la Villa de Jovellanos Eduardo se ganaba la vida como pintor cuando de manera inesperada le surgió la oportunidad de ir a vivir a Villaviciosa y empezar con un nuevo trabajo que nada tenía que ver con la escalera,  el cubo y la brocha. Ante la situación que se le planteó alguien le aconsejó que no dejase pasar la oportunidad pues tampoco estaba muy claro el futuro que le esperaba en aquella empresa de pintura cuyo patrón estaba a punto de jubilarse con la idea de dejarla en manos de sus trabajadores.

Eduardo contaba con 27 años y no se lo pensó ni un minuto. Era un apasionado de los coches y los rallyes y sin titubear comentó a su familia sus proyectos: “Nos vamos a la Villa. Quiero ese trabajo para mí” y acto seguido se puso a buscar los avales necesarios para solicitar y tratar de conseguir un crédito que le permitiese comprar la licencia de la parada maliayesa y por supuesto, un coche para desempeñar su nuevo trabajo.

Hoy cuenta con 55 años y se mantiene animado y con la misma ilusión recordando que “el primer año lo pasé fatal porque fue muy duro…” En la actualidad todo es distinto a aquellos comienzos. “Los tiempos han cambiado y afortunadamente, hay mucho trabajo. “Antiguamente, los miércoles -día de mercado en la Villa- no podíamos atender a toda la gente que venía de los pueblos. Hoy bajan a la capital cualquier día de la semana...”.

En plena charla sonó su móvil y Eduardo se despidió de mí. Un cliente le aguardaba y raudo y veloz salió del Bar Lealtad en el que habíamos hablado mientras tomábamos un café. En el exterior quedaban varios de sus compañeros y hacia ellos me encaminé.

A la primera que abordé y justo cuando arrancaba para otro servicio fue a Pilar Solares que es una de las dos mujeres que trabajan en el taxi. Hace pocos días y mientras reparaban mi coche fue precisamente Pilar quien me acercó hasta mi domicilio en San Martin del Mar. Pilar Solares es una mujer emprendedora, activa y luchadora que ya en su día puso en marcha su propia Agencia de Viajes en la Villa y que hoy regenta su hija.

Lleva ya muchos años conduciendo el taxi y me confiesa que le gusta mucho el trabajo. No se arruga ante nada. Es valiente, seria y cumplidora. Le esperaba un cliente y fue una lástima porque me hubiera gustado seguir hablando un poco más con ella.

Lo que parece claro es que la familia Solares es una saga que debe llevar en su ADN la palabra “Taxi” pues Tino Solares, hermano de Pilar, es también un veterano taxista de la Villa. Ambos conducen sendos Volkswagen. Y en el sector también trabaja Jonás que es el yerno de Pilar.

Tino Solares me comentó que la “Parada” de la Villa cuenta en la actualidad con catorce coches al haber fallecido por enfermedad el compañero Javier Fernández Díez (con sólo 60 años), estar de baja José Manuel Rubio y haberse jubilado José Carlos Díaz Arce. En Venta Les Ranes, otra mujer (Natalia), también es taxista teniendo su base allí. Están contentos en el lugar que ocupa ahora la parada si bien hace mucho frío cuando el sol se va siendo también una zona en la que hay mucha humedad.

Hace años la parada de taxis de Villaviciosa se llevó a la zona del “Ancho”, junto al Teatro Riera, pero hubo que cambiarla, puesto que no les autorizaban a salir por la calle del Sol obligándoles a hacerlo por la calle Nicolás Rivero que está adoquinada de principio a fin y que además, por medio, tiene “todo el lío” de las entradas y salidas de los alumnos del Colegio San Rafael.

Ser "Taxi driver" o conductor de taxi en la Villa, ser como Robert de Niro en la película de Martin Scorsese en la que participaban la bella Cybill Shepherd y una joven Jodie Foster, significa trabajar muchas horas, día y noche, aunque esta se va quedando para los más conductores más jóvenes. Todos son autónomos que explotan las licencias que son municipales, del Ayuntamiento. En función del número de licencias que existen, la Villa obligatoriamente tiene que disponer al menos de un vehículo “adaptado” para personas con minusvalía. Ese es el de Fernando Friera que, pese a estar también de baja, se ha visto obligado a mantener el servicio incorporando a un conductor. 

Decía que nuestros taxistas forman un colectivo fuerte y unido. En este sentido puedo afirmar que todos sus compañeros apoyan a Fernando (el de Puelles), porque piensan que todo su esfuerzo e inversión en el vehículo adaptado no tiene toda la recompensa que se merece “al estar limitado a servicios locales y concretos” existiendo una competencia de otros vehículos de consejería y organismos públicos que son los que se llevan el mayor volumen de traslados.

Juan González sigue la tradición de su padre José Manuel (ya jubilado y miembro de la Coral Capilla de la Torre). Me dice que está soltero y que canta fatal a diferencia de su padre. Forma parte de la nueva generación de taxistas en la Villa trabajando un mínimo de 12 horas al día. También me dice que en verano todos están muy sobrepasados. “La Villa está a tope y no nos lo da”…

La actividad era continua. Llegaba un coche y salía otro. Y empezaba a notarse el frío y la humedad del exterior en una tarde sombría. Cuando me dirigía hacia él dejaba el móvil y ya le esperaba un viaje. Era Pablo Gutiérrez que cuenta con una experiencia de 17 años como taxista. Y algo similar también me sucedió con Antonio Suárez Collado, de 58 años, que lleva 32 como taxista.  Aunque nacido en Colunga, Antonio ya “es de la Villa”. Y cada vez que empezábamos a hablar a él le sonaba el teléfono…

Al menos aparentemente quien parecía más tranquilo era Cándido Cambiella, hijo de un buen amigo que también fue conductor pero que más que el taxi creo que adoraba “su” Teatro Riera en el que hizo de todo: desde poner carteles y taquillero hasta hacer de acomodador y ser operador de cine.

Cándido tenía que salir hacia el aeropuerto de Asturias pero tuvo tiempo para atenderme. En broma inicié la charla preguntándole si era “el rico” de los taxistas de la Villa por tener un coche marca Mercedes. Pero no se enfadó, pues me conoce bien. “El coche forma parte de mi trabajo en el que ya llevo 32 años. Hay mucha gente que está bastante mejor que yo pero no me quejo. Este oficio o profesión nos permite conocer a muchas personas de las que aprendes muchísimo. Cada cliente puede ofrecerte una sorpresa…”

Hace viajes largos y ya no trabaja de noche. Como muchos de sus compañeros no quiere sustos, disgustos ni altercados de ningún tipo. Le encantan las muchas historias y anécdotas que ha vivido y “lo pequeño que es el mundo al llevar a alguien que, al final, resulta que es amigo o familiar de un amigo tuyo aunque le hayas recogido en Bilbao”. También me apuntó que ha llevado en su coche a personas importantes como Pepe Busto (Central Lechera Asturiana CLAS y Caja Rural de Asturias), y a varios directores de Nestlé como Alfredo Fenollosa  e incluso del IPLA. Por cierto, se mostró muy contrariado con el traslado a La Corredoria de este organismo que teníamos en Villaviciosa. Un traslado que calificó de auténtica vergüenza.

Y otro de los veteranos es Óscar Alonso Naredo que cuenta con 62 años y que en la actualidad es el más antiguo de esta gran familia del taxi en Villaviciosa a la que se incorporó en 1987. Es un padre orgulloso de su hijo que eligió ser neurólogo. La medicina pudo con el taxi y Óscar se siente feliz y presume del chaval. “Durante 20 años trabajé de noche. Ahora ya no… En nuestro trabajo hemos tenido años difíciles como ocurrió entre 2010 y 2020, pero a partir de ahí y pese a la pandemia, todo mejoró. En verano es imposible. No damos abasto”.

Y ya cuando me iba regresaba Pablo Gutiérrez al que siempre le gustó conducir. Ya lleva 17 años como taxista y cuenta con el vehículo de mayor capacidad de viajeros (ocho plazas). Le gusta la música y mientras suena sus compañeros me dicen que es el auténtico “soltero de oro” de los "taxi drivers" de la Villa. Un colectivo profesional que forma un grupo entrañable, trabajador, ameno y simpático, en el que todos se respetan entre sí y que, sin duda, es todo un valor añadido para nuestra Villa. Para nuestra Villaviciosa hermosa y sus usuarios de taxis.