Següencu / Arenas de Cabrales,

Ignacio PULIDO

«El manejo del ganado ha cambiado inexorablemente». Así de tajante se muestra Juan Valladares, presidente de la Asociación de Ganaderos Trashumantes de Asturias (AGTA). La normativa vigente, el avance del rastrojo sobre los pastos, el lobo y la existencia en algunos casos de infraestructuras inadecuadas son para los pastores de los Picos de Europa las principales causas de la decadencia de la ganadería trashumante, que a partir del 25 de abril iniciará su traslado a los pastizales de verano, montaña arriba.

Federico Fernández es un pastor de Arenas de Cabrales que ha dedicado toda su vida a la cría de ganado en los Picos de Europa y en la sierra del Cuera. «En Arenas tan sólo cinco ganaderos trabajamos como hace 70 años, sin tractores», subraya Fernández, el cual cuenta con la ayuda de la boliviana Jimena Lucero desde hace varios años. «Ella duerme en el puerto desde mayo hasta noviembre, mientras que yo me ocupo de subir la comida a caballo y de atender las fincas en el valle», explica el pastor cabraliego, el cual recalca que «el pastoreo se está acabando».

Juan Valladares tiene claras cuáles son las causas de esta decadencia. «El pastoreo es una tarea difícil, pero se entiende y se hace con gusto porque actualmente el ganadero intensivo que sigue con ello es porque realmente le gusta. Lo que sí es lamentable es que no se tengan en cuenta las características de nuestra actividad a la hora de aplicar las normativas», matiza el presidente de AGTA, el cual sostiene que «las disposiciones llegadas de Europa se hacen pensando en una ganadería intensiva que nada tiene que ver con la nuestra ».

Y es que los ganaderos advierten de que las actuales campañas de vacunación realizadas en otoño generan numerosos contratiempos en su actividad. «No puede ser que en la estancia en el monte haya que bajar el ganado porque de repente toca vacunar. Eso son cosas que hay que eliminar ya. Lo llevamos intentando desde hace dos años y no nos escuchan», enfatiza Valladares.

A todo esto se suma el mal estado de algunos caminos. «Los viales están muy mal. En nuestro caso los tractores no pueden subir al potrero de Cucasada», comenta Luis Narciandi, ganadero de Següencu (Cangas de Onís) y celador del distrito octavo de los Picos de Europa. «Si se habilitase la pista nos serviría para bajar a los animales cuando enferman o para realizar el saneamiento arriba, ya que los veterinarios ahora no suben», afirma Narciandi. «Hace un año se solicitó la pista a la dirección de los Picos de Europa y aún esperamos», subraya Alfredo Labra, de Següencu.

Por su parte, Federico Fernández advierte de que algunos caminos son muy peligrosos. «Ya se nos ha despeñado alguna vaca en el camino romano que conduce a Sotres». De todos modos, Juan Valladares sostiene que «hay puertos muy bien comunicados y, en ese sentido, no se puede pedir más».

Según los pastores cangueses y cabraliegos, la extensión de los pastos es cada vez menor. «Antes el puerto estaba más limpio. Este año no hubo quema de rastrojos», señala Luis Narciandi. «El ganado no come nada, todo es "arguma". Antes se podía subir a quemar con un guarda: ahora está prohibido», lamenta Alfredo Labra.

La retirada masiva del ganado menor de muchas zonas como consecuencia de la presencia del lobo ha agravado la situación. «El lobo tiene que comer y si no hay ovejas tira a lo siguiente: los xatos», lamenta Juan Valladares. «La extinción del lobo es algo anacrónico, además siempre lo ha habido», subraya Valladares, el cual cree que el principal problema es el de las indemnizaciones efectuadas por la Administración. «El ganadero que se queja de haber sufrido bajas es "sospechoso" de estar haciendo trampa. Ya basta de partir de la suspicacia», enfatiza y prosigue añadiendo que los pagos se deben efectuar e inmediatamente después estudiar cada caso para demostrar si realmente hay tongo.

«La vida del pastor es muy dura, pero sana. Ahora la mayoría de los jóvenes no quiere dedicarse al ganado. ¿Qué pasará con todo esto?», se pregunta Federico Fernández. «Mis antepasados andaban descalzos por el monte y su primer calzado fueron unos zapatos hechos con unas cubiertas de coche», concluye el ganadero, consciente del giro que ha dado la vida en los Picos.