Oviedo, L. Á. VEGA

Un total de 23 presos etarras están internados en la prisión de Villabona, según el colectivo «Etxerat». Se trata de la cifra de internos de la banda terrorista más alta de los últimos años. La mayoría de ellos son disidentes que han desobedecido las consignas de la banda, aunque todavía no han sido excluidos del colectivo de presos. La prisión asturiana es una de las tres de las que se sirve el Ministerio de Interior para «premiar» a los terroristas que se alejan de los postulados de la banda. Las otras dos son Zuera, en Zaragoza, donde hay 24 internos de ETA y Nanclares de Oca, en la que hay al menos 19 internos que han pedido perdón por sus crímenes, como la sanguinaria Idoia López, «La Tigresa», sobre la que pesan 23 asesinatos.

En Villabona se encuentra uno de los presos etarras que lleva más tiempo en prisión, Félix Zabarte Jainaga, que participó en quince atentados mortales a principios de los años ochenta y que no saldrá de la cárcel hasta junio de 2015. El etarra lleva 25 años recluido y formaba parte del grupo de casi 90 presos que iba a ser excarcelado casi de forma inmediata si hubiese prosperado la negociación con la banda.

También se encuentra en la cárcel asturiana Pedro Solana Arrondo. Lleva 18 años encarcelado y, en virtud de la «doctrina Parot», deberá permanecer encerrado hasta octubre de 2021. Solana fue uno de los etarras que, junto a Ignacio Aracama Mendía, «Macario», Francisco Múgica Garmendia, «Pakito», Iñaki Bilbao, Pedrito de Andoaín y Koldo Aparicio, hizo pública una carta contra la línea violenta de la banda terrorista, lo que abrió el actual movimiento de disidencia del que forman parte ya un centenar de presos. No obstante, Solana pidió más tarde que no se utilizase su nombre para minar a la banda terrorista.

En el penal asturiano ya no se encuentran algunos nombres protagonistas de este movimiento disidente, como Valentín Lasarte, trasladado a El Dueso (Santander) tras un incidente con otros dos presos en el economato, que gestionaba junto a Ignacio Recarte. Este último tampoco se encuentra ya en Villabona y ha sido desplazado a Nanclares de Oca, de la que podrá salir para trabajar y estudiar. Ambos fueron expulsados de la banda por aceptar beneficios penitenciarios. Fernando de Luis Astarloa, uno de los primeros disidentes trasladados a Villabona, también ha dejado la prisión asturiana y ha terminado en Nanclares, tras pasar por Zuera. Condenado a 100 años de cárcel, lleva 23 años en prisión.

Entre los últimos presos que se han incorporado a la prisión se encuentran Olga Martín Sanz, detenida en 2005 por colaborar con ETA, y que se descolgó el pasado mes de febrero de una huelga de hambre protagonizada por los presos etarras en la prisión de Picassent, o la sanguinaria Idoia Martínez García, «Olga», que fue miembro del «comando Madrid».

Otro internos en Villabona son Ramón Aldasoro, que lleva 12 años en la cárcel por cinco asesinatos; Álvaro Arri, condenado a 208 años de cárcel por el atentado que costó la vida en Madrid al general Veguillas y otros dos militares en 1994; el ex sacerdote Ismael Arrieta , condenado a treinta años por matar a tres guardias civiles en 1980, o Juan Ignacio Delgado Goñi, detenido en 1991, que planeó matar al general Rodríguez Galindo.

También se hallan en Villabona Sebas Etxaniz, expulsado de Venezuela en 2002, que participó en una veintena de atentados en los que murieron 17 personas. Etxaniz formó parte de un grupo reclutado por Luis Iruretagoyena que trabajó para los servicios secretos sandinistas eliminando a enemigos del régimen. Junto a etarras sangrientos se cuentan varios condenados del «caso Ekin» contra el aparato político de la banda, como Andoni Díaz Urrutia o Manu Intxauspe, y también cachorros de la «kale borroka», como Javier Sádaba, condenado a 17 años -ha cumplido nueve- por quemar un autobús y causar lesiones de gravedad al conductor.