Gijón, Pablo GALLEGO

Ni un alma más cupo ayer en la iglesia Mayor de San Pedro para despedir, en Gijón, al ex presidente Sergio Marqués. Políticos de todo color, representantes sociales y asturianos de a pie abarrotaron la parroquia que domina el arenal de San Lorenzo para arropar a la familia del ex presidente, fallecido el martes a los 65 años después de sufrir un infarto del que, a pesar de su fortaleza física, nunca despertó. Marqués fue un hombre «recio», como ayer lo definió el párroco de San Pedro, Javier Gómez Cuesta, de sobresaliente «entrega y vocación pública». Las mismas facetas que destacaron los ex presidentes que acudieron a despedirlo, o antiguos compañeros de batallas políticas, que sobre todas las cosas destacaron una: su «dignidad» frente a las dificultades.

«Nacemos en el seno de una familia y allí, como en ningún otro grupo humano, somos lo que somos. Somos queridos, valorados, necesarios, indispensables», afirmó Gómez Cuesta al inicio de su homilía. La de Marqués lo escuchaba, con ojos hinchados, desde las primeras filas de bancos. Su viuda, Elena Prendes, y sus cuatro hijos -Elena, Sergio, Patricia y Guillermo Marqués- habían llegado a la iglesia casi a las seis menos cuarto, para recibir el pésame de las más de ochocientas personas reunidas en San Pedro para despedir al ex presidente, al amigo, en una ceremonia sobria. Sin féretro ni urna con cenizas -aunque fue incinerado-, sin flores, sólo con las voces del Coro Manín de Lastres.

Más atrás, casi en las últimas filas, estaban quienes durante años fueron la otra familia de Marqués: sus compañeros de partido y sus adversarios políticos. El último en llegar fue el actual presidente del Principado en funciones, Francisco Álvarez-Cascos, que siendo secretario general del PP y vicepresidente del primer Gobierno de José María Aznar, a finales de los años noventa, marcó de principio a fin la carrera de Marqués. El líder de Foro siguió la ceremonia de pie y llegó acompañado por el consejero de Economía, José Manuel Rivero, y por el viceconsejero de Relaciones Institucionales, José Portilla, con quien acudió el martes al tanatorio a dar el pésame a la viuda de Marqués. Ayer, terminado ya el funeral, el encuentro no volvió a producirse, aunque Cascos y la familia del ex presidente se encontraban separados sólo por unos metros.

Quienes sí abrazaron al final de las exequias a Elena Prendes y a sus hijos fueron los ex presidentes Pedro de Silva y Juan Luis Rodríguez-Vigil, que junto a Antonio Trevín -ausente por compromisos en el Congreso- precedieron a Marqués en el cargo. De nuevo coincidieron en destacar la «dignidad extrema» de Sergio Marqués durante los difíciles años de su Presidencia.

Los representantes políticos asturianos llegaron al funeral por bloques. Primero los del PP, con su presidenta, Mercedes Fernández, al frente. Después los del PSOE, la segunda delegación más numerosa. Junto al secretario general de la Federación Socialista Asturiana (FSA), Javier Fernández, estuvo el presidente de la Junta General, Pedro Sanjurjo, que afirmó que Marqués supo «estar a la altura en una situación difícilmente soportable». También los diputados Jesús Gutiérrez y Adriana Lastra, la ex presidenta del Parlamento María Jesús Álvarez, el ex presidente Vicente Álvarez Areces y la alcaldesa de Avilés, Pilar Varela, con los portavoces Fernando Lastra y José María Pérez. De Izquierda Unida, el alcalde de Mieres, Aníbal Vázquez. De Foro, además de Cascos, Rivero y el consejero de la Presidencia, Florentino Alonso, acudieron la alcaldesa de Gijón, Carmen Moriyón, y dos de sus concejales. De UPyD, Ignacio Prendes.

El rector de la Universidad de Oviedo, Vicente Gotor, y la directora de la Fundación Príncipe de Asturias, Teresa Sanjurjo, fueron los principales representantes de la sociedad y de la cultura asturianas en la despedida pública a Sergio Marqués, junto a la presidenta de la Academia de la Llingua, Ana Cano, compañeros abogados de Marqués y el presidente de la Federación Asturiana de Empresarios (FADE), Severino García Vigón. El adiós privado fue sólo para la familia.

El «golpe inesperado» que para la familia de Sergio Marqués y para el resto de Asturias supuso la muerte del ex presidente servirá, según el párroco de San Pedro, para recordar que «en la vida venimos a hacer algo, no sólo por nosotros mismos y los nuestros, sino por los demás». «Sergio fue una de esas personas», afirmó Javier Gómez Cuesta, «demostró en sus actuaciones amor a esta tierra y a sus gentes», continuó el párroco. «Necesitamos personas con verdadera vocación política que se dediquen a trabajar por el bien común», sentenció. El himno de Asturias cerró el funeral de Sergio Marqués, «que en la barca de San Pedro ya va camino de la otra orilla», apostilló.