Gijón, C. JIMÉNEZ

«Se avecina un invierno difícil; a ver si entre todos podemos echar una mano para salir de esta situación». Las palabras de Juan Luis Núñez, presidente del Banco de Alimentos, ayer, en el stand del Banco Herrero en la Feria, querían servir de estímulo para la solidaridad de la sociedad asturiana ante la complicada situación económica que atraviesa el país. La entidad ha formado junto a Cruz Roja y Cáritas de Asturias una triple alianza «en favor de quienes más lo necesitan», según la presidenta de la primera de ellas, Celia Fernández. Su escaparate es el stand del Banco Herrero y la iniciativa se ha dado en llamar «Feria solidaria». Las tres instituciones se unen «no para competir, sino para sumar esfuerzos en favor de la gente que peor lo está pasando».

El objetivo prioritario, según Cruz Roja, es la infancia. «En España, uno de cada cuatro niños vive en hogares pobres donde no se les puede dar la alimentación adecuada», apuntó la presidenta. A ello se suman las necesidades de material escolar que ya han comenzado a recoger para impedir que la vuelta al cole provoque «discriminaciones».

En el recinto de la entidad bancaria en la Feria se ha reservado un espacio donde voluntarios del Banco de Alimentos, Cruz Roja y Cáritas informarán de sus programas y necesidades. Además se ha instalado una gran hucha donde se recogen donaciones. La Fundación Banco Herrero también realizará una aportación. «Un gesto como éste nos hace crecer y ayudar a los que esperan algo más de nosotros», subrayó el arzobispo Jesús Sanz Montes. El prelado asturiano comparó la «Feria solidaria» con la escena vivida, 1.800 años atrás, por el diácono de Roma, San Lorenzo quien fue reclamado por el emperador para que le entregara todos los tesoros de la Iglesia. Ante tal encargo pidió tres días para poder recolectarlos, aunque en realidad trabajó para distribuir la mayor cantidad posible de propiedades a los pobres. Al tercer día, compareció ante el prefecto, y le presentó a los pobres, los discapacitados y los ciegos y le dijo que ésos eran los verdaderos tesoros de la Iglesia. «Nuestro tesoro son las personas a las que servimos», concluyó el Arzobispo.