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Lágrimas entre los pacientes de La Calzada por "una amiga, no sólo una enfermera"

El Colegio de Enfermería de Asturias destaca la "impronta de devoción y vocación" que deja María José Medio

celebración por un aniversario. María José Medio, agachada, la segunda por la derecha, junto a sus profesores y compañeros el día que celebraron las bodas de plata de la primera promoción de Enfermería de Gijón en 2003, en Deva. Lne

A Mari Ángeles Asensi se le caían ayer las lágrimas mientras esperaba para entrar a la consulta de su médico, en la segunda planta del centro de salud de La Calzada. La gijonesa intentaba disimular su desazón con la mirada baja y tapándose la cara con un pañuelo, pero no era capaz de engañar a los demás pacientes que llenaban el edificio de la calle Oriental. Nadie le preguntaba a Asensi la razón de su llanto porque se intuía. La tragedia de Burgos en la que perdieron la vida seis gijoneses dejó a Asensi y a centenares de pacientes sin María José Medio, "Majo", la enfermera que llevaba 24 años siendo "una amiga más que una profesional". La misma persona que fue uno de los principales consuelos de Mari Ángeles cuando hace 19 años murió su hijo de leucemia.

"Es horrible, por Dios. Cuando lo oí en la televisión empecé a gritar en casa. Y que no se lleve la muerte a otros...", reflexionaba Asensi. A su lado, una joven intentaba con pudor reprimir sus propias lágrimas. Un poco más lejos María Rodríguez sufría la impresión de relacionar el tremendo suceso del fin de semana con su enfermera. "Llevo cuatro años viniendo a esta consulta por problemas de tensión. Sabía lo de Burgos, pero jamás me pude imaginar que fuera Majo", lamentaba, mirando fijamente la placa que aún registra en el centro de salud de La Calzada el nombre de María José Medio.

Ni a Asensi ni a Rodríguez les importaba ayer esperar a la puerta de la consulta. En La Calzada no se escuchaban las típicas quejas contra quienes "se cuelan" sin ser llamados. Ayer todo el mundo entendía que muchos llegaran sin cita y "sólo para darle un abrazo a Nacho". Porque en la mente de muchos vecinos del barrio estaban desde el sábado dos personas que comparten nombre: Ignacio Álvarez, el médico que durante casi una década trabajó codo con codo con María José Medio, y el yerno de la fallecida, Ignacio Fuentes Villanueva, que en la tragedia de Burgos perdió a su suegra, su mujer y a sus dos hijos.

"Hace casi diez años cambié de consulta y desde entonces trabajábamos juntos", contaba el doctor Álvarez tratando de contener la emoción. La última vez que habló con Majo fue el pasado miércoles, y lo hizo para interesarse por la evolución de una fractura en el talón que había obligado a Majo a coger la baja hace unos seis meses. "Era simpática, abierta, vital, sonriente y, sobre todo, una amiga", contaba el galeno. No era raro el día en que los nietos de María José Medio invadían su consulta, ya fuera en forma de recuerdos de una abuela "que no dejaba de hablar de ellos" o por sus frecuentes visitas a su lugar de trabajo.

"Aprovechábamos cualquier momento para "charrar". Cuando murió mi hijo, hasta iba a mi casa a apoyarme. Atendía incluso a gente que no era de este centro. Le daba igual. Te atendía en la calle si hacía falta", recordaba Mari Ángeles Asensi, aún con ese "nudo en la garganta" que desde el sábado no se puede quitar ella, como tampoco se lo quita la camarera del bar al que Majo acudía cada mañana para desconectar y hablar con sus amigas y compañeras. Para esta hostelera, si algo definía a María José Medio era su actitud siempre positiva hacia la vida: "Hasta encontraba algo bueno que decir de un simple vaso de agua". Una vida siempre llena de proyectos: "Todo el mundo recordaba hoy que estaba a punto de irse con una compañera de trabajo a Canadá. Tenía los billetes y todo".

El Colegio de Enfermería de Asturias sumaba ayer su duelo al general, en su caso por la pérdida de "una gran y experimentada profesional, una persona singularmente vital que ha dejado, después de muchos años de trabajo, una impronta de vocación y devoción". La fallecida llevaba más de tres décadas dedicándose a una profesión que había ejercido primero en la Casa del Mar de Gijón -como su hermana Luisa- y luego en los centros de salud del barrio.

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