Dos meses y medio después de que el pasado día 10 marzo se hundiera en las inmediaciones de la isla de La Erbosa, frente a Cabo Peñas, cobrándose ocho vidas, el pesquero "Santa Ana" resurgió ayer de entre las aguas en las instalaciones del puerto de El Musel de Gijón. Dos grúas con capacidad para soportar cada una más de 1.200 toneladas de peso izaron el barco de bandera portuguesa a las seis menos diez de la tarde. Por el momento, no se han encontrado restos humanos en su interior. Manuel Tajes, el maquinista de la embarcación, sigue desaparecido.

Los trabajos para sacar el pecio -cuyo traslado a Gijón tuvo que ser suspendido en varias ocasiones por su peso y por los temporales-, se prolongaron durante más de una hora y estuvieron precedidos de numerosos inconvenientes. De esos casi 60 minutos de operación unos 20 se utilizaron en sacar el agua que había dentro de la embarcación.

Las tareas de rescate comenzaron a primera hora de la mañana bajo la atenta mirada de los armadores del pesquero, presentes en el puerto, y de los curiosos que, prismático en mano, observaban desde la Campa Torres. Las cosas se complicaron desde un primer momento. Los buzos de la empresa gallega encargada del rescate del barco se vieron obligados a intervenir a mediodía para mover las eslingas de popa y garantizar el centro de gravedad óptimo para el izado con seguridad del pecio. Ya por la tarde la operación pudo finalizarse.

Una firma asturiana será a partir de hoy la encargada de llevar a cabo el desguace, que será despiezado en la explanada con áridos de El Musel y en la que descansa desde ayer con el objetivo de que libere todos los residuos que hubiera en el interior de esta embarcación.