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GABRIEL MENÉNDEZ | Gerente del Sanatorio Adaro

Gabriel Menéndez: "El Adaro es imprescindible, una cadera no se rehabilita en el resto de Asturias como aquí"

"El centro tiene futuro, hay áreas en la sanidad que no están cubiertas, todo es cuestión de seguir adaptándose"

Gabriel Menéndez Zorita. FERNANDO RODRÍGUEZ

Gabriel Menéndez Zorita tiene a honra ser de Tuilla (Langreo), hijo y hermano de trabajadores de la mina y gerente de un sanatorio que ha dejado de ser lo que era, el "hospital de los mineros", pero que ha resistido cien años a base de amoldarse a los cambios que se operaban a su alrededor. En los noventa, mientras las cuencas perdían mineros y Asturias envejecía, el Adaro viró hacia la "superespecialización gerontológica" y ha cumplido un siglo junto al cauce del Nalón al pasar por Sama. La fundación que lo gestiona será condecorada con la Medalla de Plata de Asturias en el año de su centenario.

-¿Un premio a la supervivencia?

-En cierto modo sí. Más bien a la adaptación a los cambios, porque a lo largo de estos cien años el centro ha experimentado una modificación importante de su actividad, hasta el punto de que hoy se conserva ya muy poco de la antigua.

-¿Y un homenaje a los responsables?

-Sí. He dicho en muchas ocasiones, en las celebraciones del centenario, que el mantenimiento de la actividad en el Adaro es responsabilidad fundamentalmente de los sindicatos mineros. Fueron los que más lucharon por que el centro no se cerrase cuando en los noventa dejó de prestar atención sanitaria casi en exclusiva a la minería y a la industria.

-¿Cuál es el secreto de la adaptación al entorno?

-Con la reconversión minera y la rebaja de trabajadores en el sector, en el centro hubo mentes que percibieron que había que adaptarse o el Adaro se moría, que lucharon por ello y consiguieron los apoyos para mantener la actividad, aunque fuese bastante diferente de la que había.

-¿Por qué hacia la geriatría?

-El cambio sobrevino en un momento, mediados de los noventa, en el que ya se conocía la tendencia hacia el envejecimiento de la población asturiana. El Principado abrió cinco residencias nuevas entre 1994 y 1995, había elaborado un plan gerontológico importante y quedaba una parcela sin cubrir, la de los cuidados de media estancia.

-Aquí vinieron al rescate políticos y sindicalistas. ¿Le reconcilia eso con algunas profesiones que hoy no tienen muy buena prensa?

-Sí. Esto sirve para hacer ver que aunque diez, veinte o quinientos estén involucrados en actividades claramente delictivas, hay muchos miles de políticos y sindicalistas honrados. Que la manzana podrida en el cesto siempre huele y se ve antes que las 99 sanas, pero que la gran mayoría de las personas que se dedican a la vida pública son honradas. Pasa en todas las profesiones, no somos todos iguales.

-El "hospital de los mineros" sobrevive al ocaso de la mina. ¿Y el futuro?

-Lo primero que hay que decir es que tiene futuro. En esta actividad y en otras relacionadas. Hay un montón de tareas diferentes en la sanidad que no están suficientemente cubiertas. Podemos hablar de las personas en coma, que en esta región no tienen una unidad específica, y como esa de bastantes más. Hay servicios que prestan empresas privadas porque no las ofrece la sanidad pública y que pueden tener cabida en el Adaro. Es cuestión de seguir adaptándose.

-¿Cuál es su razón de ser en el mapa sanitario de la Asturias de hoy?

-Es imprescindible. Nosotros no recogemos sólo pacientes de las dos cuencas mineras, también de toda la región. Y las personas mayores no reciben atención sanitaria en todos los sitios como en las Cuencas. Somos unos privilegiados. Un ictus o una cadera no se rehabilitan en el resto de Asturias con la misma calidad que en las Cuencas, porque el Sanatorio Adaro está prestando esa atención especializada. Es geriatría dentro de la geriatría, la superespecialización dentro de la geriatría.

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