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El rey asturiano del grafeno

El moscón Pablo Alonso, asesor de la Academia de Ciencia de China, gana el premio de la Sociedad Española de Física al investigador novel

Pablo Alonso en uno de los rincones del laboratorio del nanoGUNE.

Acaba de ser galardonado por la Real Sociedad Española de Física (RSER) y por la Fundación BBVA en la modalidad de Investigadores Noveles de Física Experimental. Los resultados de sus trabajos se han publicado en las revistas científicas "Nature" y "Science", las más prestigiosas del mundo en el campo de la investigación. Se trata de Pablo Alonso González, natural de Grado, de 34 años, licenciado en Física por la Universidad de Oviedo en 2003, y doctorado con la máxima distinción -cum laude-.

Desarolla su labor en el grupo de Nanoóptica del centro nano-GUNE de nanociencia de San Sebastián (País Vasco) desde hace cinco años, y es asesor científico de un grupo de investigación en la Academia de Ciencia de China. Es decir, uno de los jóvenes más que suficientemente preparados que se tienen que desarrollar profesionalmente su labor fuera de Asturias porque su tierra no les brinda oportunidades, aunque algunos hayan interpretado esta realidad como la búsqueda de nuevas experiencias vitales. "No somos leyenda urbana, somos reales y estamos dispersos por el mundo", reivindica este ya prestigioso investigador asturiano que pide una apuesta unánime y definitiva por un cambio de modelo económico y social en Asturias.

La primera publicación sobre el trabajo de Pablo Alonso apareció en la revista Nature en 2012. Se trataba de un estudio en el que el joven físico asturiano demostraba que se puede atrapar y manipular la luz utilizando el grafeno, un material basado en el carbono de un átomo de espesor que descubrieron Andre Geim y Konstantin Novoselov en 2004, y que les valió el Premio Nobel de Física en 2010.

Pero Pablo Alonso no se conformó con este avance, y si pudo demostrar que es posible atrapar la luz y manipularla con el grafeno, el siguiente paso fue comprimirla y controlar su propagación en la nanoescala. Para ello se necesita una plataforma tecnológica basada en antenas metálicas que permiten curvar y dirigir la luz en el grafeno. Las aplicaciones de este descubrimiento serían múltiples, como la configuración de circuitos ópticos en lugar de los actuales electrónicos mejorando la velocidad y manteniendo tamaños mínimos.

Este segundo estudio conformó la segunda gran publicación científica del físico asturiano, en este caso en la revista "Science". Y con ello el reconocimiento y el prestigio internacionales.

Pero el mérito por el apoyo y el respaldo a este joven investigador no es ni para la Universidad de Oviedo ni para Asturias, sino para el País Vasco, donde desarrolla su trabajo desde que en el año 2011 inició, junto con otros compañeros, inició sus experimentos con el grafeno y sus propiedades ópticas "y visualizamos cómo la luz se propaga en nanoescala y es posible su manipulación".

Pablo Alonso habla de su trabajo con entusiasmo y explica sus investigaciones con la naturalidad y el aplomo que sólo confiere el dominio del conocimiento.

El mismo con el que critica la falta de apuesta y apoyo que los científicos e investigadores tienen en Asturias, una región "que podría ser un gran polo de desarrollo y atracción si se decidiera a brindar recursos y atraer a todos los que como yo estamos desarrollándonos profesionalmente y con éxito en otras partes del mundo".

El joven investigador lleva la cuenta. "En Grado hay otro compañero igual que yo que está en Suiza, y en Oviedo tenía varios compañeros que también están en ese país. Otros se han marchado y están en Inglaterra, en Francia..." Y lanza una pregunta retórica: "¿Cómo es posible que todos los años salga de la Universidad de Oviedo gente muy buena que vale para universidades y centros de investigación de Europa y de Estados Unidos y que no tienen, o no tenemos, cabida en Asturias, que es donde nos hemos formado?".

Pablo Alonso se autorresponde reclamando, casi exigiendo, "un pacto de Principado, como un pacto de Estado. Esta región debe tener claro qué quiere hacer, qué quiere ser en el futuro. El País Vasco se planteó esta misma cuestión hace años, y optó por la investigación, la innovación y el desarrollo, también con la industria como motor económico. Y ahí está, siendo líder. Pero de Asturias nos tenemos que ir, cuando hay capacidad y posibilidades para cambiar el modelo, cuando se podría producir calidad científica que se autofinanciara con ayudas europeas y atraer a científicos e investigadores de otros países. Pero la región sigue anclada en la industria tradicional, cuando es evidente que no se va a poder vivir siempre de ella, ni de los fondos mineros".

La postura de Pablo Alonso se sustenta en su experiencia nacional e internacional. Participa como profesor visitante y asesor científico en un proyecto de investigación de la Academia de Ciencia de China, lo que le permite analizar los avances que se están produciendo en el gigante asiático y comparar.

"Tienen las mismas infraestructuras que tenemos nosotros en San Sebastián y destinan muchísimo dinero a la I+D+i. Avanzan a una velocidad vertiginosa y en los últimos cinco años ha sido exponencial", asegura. Pero el joven investigador asturiano va más allá y asegura que "China intenta captar a los investigadores que se han ido, y a otros extranjeros con enorme potencial con el objetivo de cambiar su modelo productivo y acercarse a los países avanzados, convirtiéndose además en líderes tecnológicos. Y destinan ingentes cantidades de dinero para retribuir muy bien a los científicos". El problema con el que se encuentran, explica, es que "su calidad de vida aún no es como la del Occidente, y su grado de polución es altísimo. Así que a los científicos que consiguen captar de Europa o de Estados Unidos les cuesta mucho retenerlos, incluso aunque sean oriundos".

Pero si la polución es el problema en China, en España y en Asturias es el dinero. "Cuando hay que recortar se quita de I+D+i y se pagan salarios bajísimos, porque no se ha entendido todavía que ahí está el futuro. En el País Vasco apenas se recorta en este ámbito y se hace un enorme esfuerzo por captar talento externo y que el tejido industrial esté unido a los centros de investigación", aseguró.

Por ahora, Pablo Alonso, el rey asturiano del grafeno, continuará con sus investigaciones de alcance mundial lejos de su tierra.

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